Ortodoxos y heterodoxos de la política catalana

¿Es posible que una gran parte de la sociedad catalana vuelva a reconsiderar el retorno a una ortodoxia política como algo positivo?

La fascinación por la heterodoxia se debe en gran medida al hecho de que designa a aquellos que hacen de la crisis, la revuelta, la insolencia y la ruptura una forma de estar en la sociedad auspiciada por un talento fabuloso al servicio de la disidencia .

Por contra, la ortodoxia define una actitud resistente al cambio y a todo aquello que se aparta de los cánones establecidos. No es de extrañar que haya una secreta inclinación por aquellos que arriesgan y un rechazo por aquellos que quieren conservar el mundo que han heredado.

Los votantes de Puigdemont sancionan con sus votos a aquellos que consideran que forman parte del ‘establishment’

Una parte de la sociedad catalana ha premiado a políticos como Carles Puigdemont, Marta Rovira u Oriol Junqueras, al observar en ellos una actitud decididamente enfrentada al status quo para impulsar un cambio de dirección en la historia, más allá de sus límites.

Son votantes que sancionan con sus votos a aquellos que consideran que forman parte del establishment, como Miquel Iceta, Ramón Espadaler e incluso Lluis Rabell. Son votantes que consideran una burla a la democracia el régimen político surgido con la aprobación de la Constitución del 78.

Orientan todos sus anhelos y esperanzas a movilizar a los ciudadanos a posicionarse contra los partidos tradicionales. Lo inclasificable debe sustituir a lo clasificable, la revolución a la reforma, lo nuevo a lo viejo.

Son clichés que reducen la democracia y el compromiso político a un juego sin reglas ni limitaciones. Es una estética de revuelta contra el orden establecido que  descansa en la base de valorar emprender un camino desconocido y no en mejorar el ya recorrido.

¿Deben ir los heterodoxos a los tribunales por mentir?

¿Es posible que una gran parte de la sociedad catalana vuelva a reconsiderar el retorno a una ortodoxia política como algo positivo que implica ser previsibles, fiables, responsables y sensatos, objetivos a los que aspiran países como Italia, Grecia o Reino Unido, que creen que los heterodoxos como Boris Johnson deben ir a los tribunales por mentir?

La impresión es que sí que es posible, si se observa la ortodoxia como el mantenimiento de lo conseguido con ánimo de reformar solo aquello que no funciona; es probable si se hace un esfuerzo para desvelar que algunos heterodoxos, como es el caso de Carles Puigdemont, se sirven de ella para proclamarse como rebeldes con causa, cuando la única causa que persiguen es el interés propio.

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