Ourense necesita un modelo de ciudad

Ourense necesita un modelo de ciudad. Sí, y lo necesita porque a día de hoy carecemos de él en su totalidad. La única preocupación de algunos es la de las declaraciones en sede judicial que deben hacer día sí y día también, o la preocupación manifiesta por presuntos nuevos datos comprometedores que pueden ver la luz, tanto a ojos de la opinión pública como a los de algún miembro de la judicatura, por lo que su pensamiento está muy alejado de trabajar por las necesidades de Ourense y los ourensanos.

Ourense necesita un rumbo que seguir, tanto de crecimiento, como económico y social, que nos asegure que nuestra convivencia sea lo mas agradable y fructífera posible, que de eso se trata. Por lo que un desarrollo urbano gestionado con transparencia y pensado para el bienestar de los ciudadanos debe ser el principal objetivo. El urbanismo de nuestra ciudad debe contribuir a la prosperidad económica, a crear entornos de convivencia adecuados y a un medio ambiente más saludable que la convierta en una ciudad acogedora, limpia y segura, capaz de generar oportunidades y alternativas de negocio que se traduzcan en empleo a través de la iniciativa, el emprendimiento y la creatividad.

Debemos fomentar la cohesión social, la unidad de la sociedad, favoreciendo el disfrute de los espacios públicos, el paisaje urbano y el patrimonio cultural y arquitectónico, hoy totalmente abandonado a su suerte. El máximo exponente es el enorme despropósito realizado en el área de Montealegre, donde de una forma escandalosa se han tirado cientos de miles de euros de nuestros impuestos en un referente negativo que debe marcar un antes y un después, y en lo que jamás se debe permitir. Cuidando estos aspectos y apostando por un parque de viviendas asequibles, de calidad, eficientes en cuanto al consumo de energía y agua, ya sean de nueva construcción o producto de la rehabilitación y regeneración urbana, estaremos pensando en la convivencia y el bienestar de los ciudadanos. Estas y no otras deben ser las máximas preocupaciones de nuestros representantes, pero compruebo y constato, al igual que el resto de los ourensanos, que estamos a años luz de que se hagan realidad, ya que, como siempre, prima lo personal y no lo colectivo. Pero también prima la ineficiencia, no es de recibo que a estas alturas del año y una vez más, los presupuestos de nuestro ayuntamiento estén sin aprobar, lastrando así la ejecución material del mismo, contribuyendo negativamente de esta forma al apalancamiento aún mayor de las actividades económicas que dependen de su entrada en vigor.

Como conclusión, la reciente historia judicial que ha marcado el devenir de nuestro ayuntamiento en los últimos años debe ser analizada para su estudio y reflexión sobre lo que nunca se debe permitir. Aquellos que asuman el papel de representar a sus vecinos deben tener muy claro por qué lo hacen y por qué quieren dedicar una parte de su vida a tal menester, recordando una vez más, que un servidor público es un empleado de los ciudadanos y no el señor feudal de sus vasallos, como aún creen algunos. Los ourensanos no estamos ya por aguantar actitudes déspotas, totalitarias o egocéntricas. Que cada uno que sepa dónde está y para qué está, recordando que las puertas están para entrar… y también para salir, y el que quiera entender que entienda.