Palabras que se las lleva el viento… o no

No parece demasiado realista plantear escenarios cerrados de vuelta a la normalidad cuando la realidad de otros países muestra lo contrario

No hay día en que algún ministro o ministra del Gobierno español no ofrezca su particular mirada sobre la evolución del coronavirus desde el punto de vista social.

Las palabras de la ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, anunciando que habrá sectores como el de turismo o el de cultura que no podrán reincorporar plenamente su actividad hasta finales de año, resultan preocupantes.

No argumenta ni clarifica las razones que lo justifiquen y no aclara tampoco fechas concretas. Su declaración no estuvo apoyada por ningún informe técnico, ni partía de haber establecido ningún acuerdo con sectores implicados.

Tampoco especificó si estaban previstas ayudas concretas para los sectores afectados que puedan garantizar llegar en condiciones a finales de año. Hay palabras que se las lleva el viento y otras que provocan tempestades, porque la gente puede llegar a pensar que están basadas en hechos.

Esta crisis nos ha acercado a nuevas formas de gestión de la realidad basada en establecer verdades absolutas que rápidamente han de corregirse, verdades creativas que sólo son posibles de constatar en el plano de las ilusiones, medias verdades que construyen falsas certezas o verdades de autoridad basada en estadísticas con difusas metodologías.

La afirmación de que algunos sectores no podrán culminar su vuelta a la normalidad hasta diciembre se convierte en una realidad futura al ser declarada por la ministra. Sus palabras resonaron en la prensa escrita, en la radio, en la televisión y en internet, sin que nadie del Gobierno las matizara.

Alemania pone como posible fecha para realizar encuentros multitudinarios a finales de agosto

Esperaban, tal vez, que las palabras se las llevar el viento. Veamos algunas certezas. Sabemos que existe un documento donde se perfilan dos fases para la vuelta a la “nueva normalidad”, pero solo conocemos unos titulares dados por la ministra.

También sabemos que el alcalde de Madrid espera que se puedan hacer eventos multitudinarios durante el otoño, mientras que Angela Merkel pone como posible fecha para realizar encuentros multitudinarios a finales de agosto.

En Italia las librerías ya pueden abrir. En Francia se abrirán las escuelas y guarderías el 11 de mayo. En Holanda las ferias, partidos de fútbol están prohibidos hasta el 1 de junio. En Austria pueden abrir los pequeños comercios. En la República Checa se han abierto los centros de deporte al aire libre…

En consecuencia, no parece demasiado realista plantear escenarios cerrados de vuelta a la normalidad cuando la realidad de otros países muestra que es posible corregir los calendarios en función de cómo se ha ido controlando la propagación del virus.

Las palabras de la ministra no encierran ninguna maldad, pero muestran hasta qué punto una afirmación sin el adecuado apoyo de razones que la justifiquen puede fácilmente conducirnos a considerar que no se ha pensado ni analizado adecuadamente, que la intención es meramente asustar, pretendiendo mostrar autoridad con fáciles titulares al precio de bloquear las legítimas expectativas de los ciudadanos.