Pedro Sánchez, erre que erre

La oposición —con su deber y derecho cívico de criticar los errores presentes — ha sido más leal a Sánchez que algunos de sus socios

España no va bien. Si, a mediados de semana, conseguimos batir el triste récord de ser el país que ha superado a China en número de fallecidos por el coronavirus, necesitamos saber la causa de los fallos que están poniendo en riesgo la salud de miles de ciudadanos.

Vamos a contrarreloj porque se reaccionó tarde. Sigo con la convicción de que ahora no es oportuno recrearnos en la irresponsabilidad del Gobierno de no haber suspendido las manifestaciones multitudinarias del 8 de marzo. Cuando sobrevivamos a este tsunami será el turno del balance. Y de los reproches.

Pero si el gobierno sigue noqueado y a remolque de los acontecimientos, la crítica en tiempo presente es un deber de la oposición y un derecho cívico.

Finalmente, el ministro Salvador Illa ha tenido que reconocer que la última semana de febrero fue clave en la expansión del contagio. Pero no se tomaron medidas entonces, por lo que estamos viendo. Vamos, pues, a remolque y ahora estamos sufriendo las consecuencias.

Si en nuestro país, en donde podemos presumir de tener la mejor sanidad pública (y privada), el personal sanitario supera ya el 13% de los infectados, habrá que preguntarse qué se sigue haciendo mal. Y la clave vuelve a situarnos en la falta de previsión que ha ocasionado la carencia actual de equipos de protección sanitaria.

La OMS empezó a hacer sonar su alarma un poco después de Navidad. Pero nadie lo tuvo en cuenta. Vimos a la lejana China con la despreocupación de la distancia y a la vecina Italia con la inquietud mezclada con la persuasión de que a nosotros no nos iba a pasar.

¿Por qué Alemania está teniendo menos fallecidos que nosotros?

El propio Fernando Simón nos decía que el coronavirus se parecía a una gripe y, por lo tanto, se sorprendía del nivel de miedo y alarma que se había generado en la población. Estábamos entonces en febrero. Y los primeros test a los profesionales sanitarios no comenzaron a realizarse hasta el 12 de marzo.

¿Por qué Alemania está teniendo menos fallecidos que nosotros? Porque su Gobierno fue más previsor. En nuestro caso los errores se han ido sucediendo en cadena.

El Gobierno llegó tarde y despistado sin saber moverse en el mercado chino (que se ha convertido en un bazar persa). Lo confirmaron empresarios españoles que exportan de China y que admiten que el gobierno actuó con poca diligencia.

Ahora estamos viendo los resultados. Con un mando único que no ha funcionado en el aprovisionamiento de material sanitario. Tanto ha sido así que algunas Comunidades Autónomas y ayuntamientos han tomado sus propias iniciativas.

Las empresas privadas también han reaccionado poniendo todos sus medios al servicio de la salud general. Reconvirtiendo su producción. Desbancando a las ONG. Mascarillas procedentes de China gracias a la mediación de Felipe VI (tan injustamente criticado de forma frívola por su último discurso) que ya se ha personado en el pabellón de Ifema para visitar a los enfermos.

Pero el Gobierno no reconoce sus errores. Con el hemiciclo semivacío, el Congreso de los Diputados aprobó la ampliación del estado de alarma 15 días más. Como no podía ser de otra manera. Pero sin conseguir la unanimidad. Algunos de los socios de Pedro Sánchez, como ERC y Bildu, le dejaron de lado con una abstención junto a JxCat y la CUP.

Pretender que nadie critique al presidente es una aspiración imposible en un país democrático

Una votación que le tendría que hacer reflexionar. Pero Sánchez no ejerce la autocrítica. Prefiere repartir culpas entre algunas autonomías y los científicos anónimos. La oposición, muy crítica con su imprudencia, negligencia y temeridad, sin embargo, le apoyó.

PP, Ciudadanos Vox demuestran una actitud responsable y con sentido de Estado que el presidente del Gobierno no agradeció. Al contrario. Pedir unidad y zumbar a la oposición leal, que es la que apoya las medidas en estado de emergencia, fue un golpe bajo. Pero así están las cosas.

Nos está tocando vivir en tiempos de aprendizaje y de humildad. Si la infectada Carmen Calvo se acogió a la sanidad privada, es su libre opción. Pero el gobierno de Sánchez y Pablo Iglesias debería ser más cuidadoso con su propaganda en favor de la sanidad pública , en exclusiva, en descrédito de la privada.

Esta crisis nos recuerda lo vulnerables que somos. Lo mucho que dependemos de los demás. Pero Sánchez sigue en sus trece. Pidiendo adhesión y mordaza. La oposición ha sido más leal que algunos de sus socios.

Pero él, erre que erre. Pretendiendo que nadie le critique. Una aspiración imposible en un país democrático.