Pedro Sánchez y el retorno a la negociación

Los escasos 123 escaños del PSOE son la única razón por la que PSOE y Podemos se ven arrastradas a entenderse

Confirmada la hipótesis de que el PSOE y Podemos buscaban una segunda vuelta para pactar la investidura y establecer los límites del gobierno de coalición o para darlo por concluido antes de empezar, se abre un nuevo periodo de desencuentros que conducirán al acuerdo.

La decisión, “no habrá gobierno de coalición”, como desplante del PSOE a Podemos negando toda esperanza para un entendimiento, no solo programático sino también de personas, sitúa a Pedro Sánchez fuera del alcance de Pablo Iglesias.

Hay quienes consideran que el esfuerzo del PSOE ha logrado evitar que Podemos contamine sus iniciativas políticas

No habrá Consejo de Ministros, ni nada que se parezca, con Podemos. Sin embargo, muchos dirigentes del PSOE alertan del peligro que supone llegar a finales de septiembre solo haciendo solemnes y huecos llamamientos a todas las fuerzas políticas para facilitar la investidura de Sánchez por el bien de España

Hoy Sánchez, que solo cuenta con 123 escaños y está más solo que nunca para configurar su gobierno, ha de tener la motivación de alcanzar un gobierno negociador con Podemos. La cuestión que habrá que establecer es quién llega en mejores condiciones a la segunda etapa negociadora.

Hay quienes consideran que Iglesias ha conseguido resistirse a la capacidad jibarizadora del PSOE para reducir el espacio de Podemos. Y hay quienes consideran que el esfuerzo del PSOE ha logrado evitar que Podemos contamine sus iniciativas políticas.

La visión de Sánchez es que hay que construir un gobierno cohesionado, fiable y fuerte para obtener estabilidad

La tensión entre ambas fuerzas políticas queda patente cuando advertimos que el PSOE quiere abrir un nuevo ciclo/hegemónico político mientras que Podemos pretende evitarlo. El nuevo ciclo está basado en dibujar una política económica capaz de conciliar los intereses de la patronal y de los trabajadores, buscando liderar junto a Emmanuel Macron una Europa opuesta a los populismos de izquierda y derecha.

Un proyecto reformista alejado de la retórica revolucionaria. La visión de Sánchez es que hay que construir un gobierno cohesionado, fiable y fuerte para obtener estabilidad. Sánchez persigue, más que una mayoría parlamentaria, una mayoría de país capaz de liderar el conflicto catalán para ser reconducido sin miedo a aplicar la ley.

La idea de responder al interés general por encima de los intereses de partido nace de un cálculo político que demuestra que es posible conducir a España como se está conduciendo Francia. Macron ocupa el espacio socialdemócrata y a la vez liberal de Francia gracias a la debilidad del resto de las fuerzas políticas, a excepción del frente nacional lepenista.

El modelo de Sánchez aspira a un liderazgo sin fisuras como el de Macron. La apuesta de Iglesias es culminar  el trayecto que va de la Plaza del Sol, 15M, hasta el Consejo de Ministros del gobierno de España.

La tentación de Iglesias es mostrar que la apuesta de Podemos es la que él estableció y no la que pretendía Iñigo Errejón. Si Errejón ha buscado siempre el entendimiento con la izquierda reformadora, el líder de Podemos provoca tensión en la izquierda para advertir que solo con iniciativas sociales radicales se puede volver a la polarizada España de izquierdas y derechas.

Los escasos 123 escaños del PSOE son la única razón por la que ambas fuerzas políticas se ven arrastradas a entenderse. La suposición de afrontar nuevos comicios electorales en otoño se hace inimaginable si observamos el precio que deberán pagar ambas formaciones.

El contexto político

La sentencia judicial a los encausados por el referéndum ilegal del 1 de octubre, los compromisos europeos de España ante la posibilidad de un brexit duro en el Reino Unido, la desaceleración económica que se puede producir por la guerra comercial entre EEUU y China o el coste electoral que implica ir a unas elecciones donde la derecha española ya ha demostrado que puede caminar junta mientras que los partidos de la izquierda no se ponen de acuerdo para poner en marcha un gobierno, advierten que es mejor no jugar con la ruleta española de unas nuevas elecciones.

El pragmatismo político debería conducir a Iglesias a asumir que debe pactar con Sánchez sin entrar en el gobierno y a Sánchez a aceptar que la única forma de conseguir la estabilidad política no es estando solo sino pactando.

El 23 de septiembre no solo se jugará quién vence en esta laberíntica y serpenteante negociación sino comprobar si se le concede una segunda oportunidad a la derecha, que ya obtuvo más votos en las pasadas elecciones generales, para volver a gobernar como un nuevo adelanto electoral.