Poco crédito y más caro = concursos y cierres de empresas
En los últimos días, empresas tan dispares y en sectores tan distintos como el de la alimentación (Pescanova) y textil (Caramelo) han solicitado concurso de acreedores o tramitado un ERE de extinción –como la empresa ubicada en Ourense T-Solar para sus 170 empleados–. Entre otros motivos varios que las han conducido a estas situaciones, su problemática refinanciación crediticia para garantizar la viabilidad de estas empresas ha sido determinante en la deriva de los acontecimientos que las han puesto contra las cuerdas, al igual que a la mayoría de las actividades económicas.
Hasta nuestro propio ministro de Economía reconoce “que la transmisión de la política monetaria está rota y no llega el crédito a los agentes económicos, y el poco crédito que llega es cada vez más caro”. Que empresas como El Corte Inglés tenga que emitir bonos por primera vez en su historia ante la falta de financiación constata que el problema afecta a todos los tamaños y sectores, llámese como se llame, y aunque sean empresas con una dilatada y consolidada trayectoria. Con unos tipos de interés reales en niveles máximos para las familias, subiendo hasta el 4,22%, y los destinados a financiar bienes de consumo y otros fines alcanzando el 7,5%, es decir, el triple que la inflación, supone pagar en términos reales hasta cinco puntos de tipos de interés, lo que daña enormemente las cuentas de resultados de las pymes de cualquier tipo o condición.
En esta espiral es difícil apostar por un impulso económico, simplemente porque este exige liquidez y no la hay. Los bancos prácticamente no prestan, y lo poco que financian es muy caro, y así, con una caída brutal del crédito para financiar las actividades productivas, es imposible reconducirnos a un crecimiento sostenido que esté auspiciado por un repunte del consumo, que a día de hoy está en caída libre.
Los únicos que tienen liquidez son los bancos, pero no prestan, y mi primera pregunta es ¿a qué dedican su liquidez, que la tienen? Y sobre todo, ¿qué es del dinero de los contribuyentes que se le inyectó a la banca nacionalizada para que fluyera el crédito a pymes y familias? Sí, a esa misma banca a la que los jueces emiten sentencias declarando la nulidad de varios contratos de participaciones preferentes y de obligaciones subordinadas comercializadas, condenándola a devolver el dinero a sus clientes, o a la que le imputan a sus comités financieros, como es el caso de Caja Madrid, presuntamente por malas prácticas.
Menos mal que aún nos quedan los jueces en este país que imparten algo de cordura. Pero dicho esto, la última espada de Damocles nos la acaba de colocar el FMI con sus negativas previsiones sobre nuestra economía, por lo que si de verdad queremos vislumbrar un 2014 que marque un creíble inicio de recuperación, el Gobierno, sí o sí, tiene que poner a la banca en su sitio y decirle de forma clara que su único objetivo es única y exclusivamente captar depósitos y prestar dinero a familias y pymes. Y si esta banca persiste en actuar al margen de la normas del Banco de España o la CNMV, que se le exijan las responsabilidades económicas y penales que se pudieran derivar de sus negligencias.