¿Qué futuro sindical?
Dice en una canción Raimon… «Quién pierde los orígenes, pierde la identidad»». Puede ser que por eso CCOO haya decidido repensar su historia para encontrar las raíces que, actualizadas, le tienen que servir para continuar en su tarea útil al servicio de la clase trabajadora.
Estamos en tiempos de cambios profundos en todos los ámbitos de la sociedad y todo el mundo que busque subsistir tiene que adaptarse a ellos; todavía más un sindicato que ha de adaptarse a los cambios en las relaciones laborales y sociales.
Las situaciones de crisis económica no son el terreno más fácil para desarrollar la tarea sindical. Una crisis como la actual, con altísimos niveles de paro, radicaliza las conciencias más politizadas pero, a la vez, crea un profundo miedo en el conjunto de la clase trabajadora ante las dificultades del mercado laboral.
Una vez atacada y debilitada la capacidad del sindicato se puede iniciar el proceso de recorte de derechos laborales y sociales, minando las bases del estado del bienestar –educación, la sanidad y otros servicios públicos.
Con más o menos heridas el sindicalismo confederal ha conseguido capear el temporal y ya se plantea cómo recuperar la iniciativa y pasar a la ofensiva. Para hacerlo, qué mejor que, en el caso de CCOO, buscar en su memoria y recordar una historia donde ha sido capaz de llevar adelante con éxito la lucha en la defensa de los derechos de los trabajadores y la consecución de la democracia.
Es evidente que los tiempos han cambiado profundamente y que hay que adaptarse al tiempo actual pero también hay que recuperar los valores básicos que antes y ahora son necesarios para conseguir hacer avanzar.
En el fondo de todo, la necesidad de volver a situar el valor del trabajo como eje principal de la organización social. La necesidad de recuperar y difundir valores fundamentales como el de la solidaridad. Hacer patente que las luchas van ligadas, que cuando se debilita un sector de la clase trabajadora se debilita toda ella. La necesidad de hacer frente a la hegemonía individualista que nos quiere imponer el poder hegemónico del capitalismo especulativo y financiero.
Actualmente, los medios tradicionales públicos y privados tienen relegados de sus espacios comunicativos todo aquello referente a las propuestas sindicales, a la vez que, de forma farisaica, se preguntan: ¿Dónde están los sindicatos? Hay que romper estos muros de silencio comunicativo mediante canales alternativos.
Al repensar la historia de CCOO vemos cómo se fueron conquistando en plena dictadura espacios de libertad. Hay que aprender del pasado no para copiarlo sino para entender cómo se fue capaz de actuar en una situación difícil y para hacerlo también ahora que nos encontramos en una nueva situación igualmente delicada.
Hay que entender que el movimiento sindical confederal, y CCOO en particular, continúa siendo el principal movimiento social organizado y reivindicativo del país. Y con una representatividad dada por la elección directa de los trabajadores y las trabajadoras en las empresas. Un movimiento social que cuando ha hecho falta ha dado la mano a otros, como sucedió en el proceso de consecución de las firmas por la ILP de la PAH.
Ahora hace falta reconquistar los derechos perdidos en los últimos años. Hay que luchar para conseguir un cambio radical en las políticas económicas y sociales. CCOO y el movimiento sindical tienen un detallado catálogo de propuestas que permiten impulsar el empleo digno y el crecimiento, sostener e impulsar el modelo social y combatir la pobreza y la desigualdad creada por una gestión insolidaria de la crisis que ha castigado los sectores más débiles de la sociedad.
Pero para hacerlo el sindicato sabe que tiene que cambiar en profundidad para adaptarse a los nuevos momentos, impulsando la participación de las personas afiliadas pero no sólo esto. El sindicato tiene que abrirse a la sociedad, a quien no está afiliado, abrir sus puertas al conjunto de la sociedad y especialmente a las nuevas generaciones.
Debe impulsarse la socialización del sindicato y establecer una amplia red de alianzas sociales para conseguir llevar a cabo los ambiciosos procesos de transformación que hay que llevar adelante. Hay que fortalecer el sindicato y su política de alianzas, desde la sociedad y con las relaciones políticas que hagan falta. La sociedad actual lo precisa con urgencia.