¿Qué pinta Martín Villa en el consejo de administración de la SAREB?

Ante una nutrida presencia de representantes de medios de comunicación, Belén Romana, presidenta de la SAREB, se presentaba en sociedad demostrando que la campaña de las asociaciones profesionales, denunciando las ruedas de prensa sin permitir preguntas, tiene poco sentido, ya que la presidenta del banco malo vino a demostrar que pese a las muchas e incisivas preguntas, las respuestas no aportaron un ápice de trasparencia, pese a la declaración de principios realizada por Romana de que ésta, la transparencia, presidiría todas las acciones de la sociedad.

Sin entrar en la operativa de la compañía, que se ha llenado de activos hasta reventar, antes de que termine el año, y cuya trasferencia va a animar el deprimido sector de la notaría, la SAREB nace con los vicios básicos de siempre y que empiezan con la composición de su consejo de administración en donde se mezclan profesionales que se ajustan a lo aconsejado por los códigos de buen gobierno con otros a los que “hay que colocar”, siguiendo la norma de los vicios adquiridos y que no desaparecen.

Fue una de las cuestiones que Romana se olvidó de abordar: los criterios en la selección de los consejeros, tanto dominicales como independientes. Un consejo de administración, de cuya composición sólo queda parcialmente claro la parte de los representantes de las entidades privadas que participan en el capital de la sociedad.

Un consejo que según Romana será retribuido según las “normas” que rigen para las entidades financieras públicas; es decir, con cantidades que en teoría oscilan entre los 300.000 y los 600.000 euros anuales y que pese a seguir estando muy alejadas de las cifras al uso en España, también están muy alejadas de lo que se percibe en los consejos de las empresas del Ibex.

El consejo de la SAREB está conformado por profesionales de reconocido valor en el mundo financiero e inmobiliario, en representación de bancos como Santander, La Caixa, Popular, Sabadell o Kutxabank, y otro grupo en representación de no se sabe muy bien qué y quien, formado por un abigarrada representación de la España real de entre los que sobresale algún relevante nombre.

En este grupo, ha sorprendido la presencia de Rodolfo Martín Villa, 78 años y persona apreciada y respetada que con el paso de los años ha conseguido formar parte virtual de casi todos los hogares españoles, pero cuyos méritos financieros e inmobiliarios no son especialmente reconocidos. Con graves problemas de visión, Martín Villa aparece como consejero dominical.

Muchos escalones por abajo aparece Luis Sánchez Merlo como consejero independiente, sobre quien un diario digital, sin duda amigo, le retrataba como “una de las figuras claves de la transición española”. De su experiencia en el sector inmobiliario, nadie dice nada.

Carlos Díaz Güell es editor de ‘Tendencias del Dinero’, publicación ‘on line’ económico-financiera de circulación restringida