El debate secuestrado de la inmigración

El debate sobre la inmigración ya no puede seguir escondido ni prohibido

En nuestro Occidente de cada día -especialmente en la Vieja Europa-, el debate sobre la inmigración ha sido escondido, prohibido y secuestrado por una izquierda hipócrita -añadan los nacionalismos identitarios igualmente hipócritas y supremacistas– que se dice progresista y defensora del Tercer Mundo y de los pobres y los parias de la tierra. Un “buenismo” igualmente hipócrita que le permite arremeter contra una derecha y una ultraderecha a las que tildan de xenófobas. Afortunadamente, en beneficio de todos, dicho secuestro va a la baja y el asunto de la inmigración -realidad obliga- sale a la luz del día. Razonadamente, por cierto.

El informe que nunca se publicó

Jesús Fernández Villaverde, profesor de Economía de la Universidad de Pennsylvania y reconocido investigador español en la materia, fue asesor o consultor externo del gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero (2007). Según parece, elaboró un polémico estudio sobre la inmigración en España que nunca se publicó. En cualquier caso, las ideas al respecto de nuestro autor las conocemos gracias a las entrevistas concedidas a diversos medios de comunicación.

La curva salvaje

Las ideas del economista: hay que controlar la inmigración, porque el nivel es demencial y si es verdad que la inmigración tiene ciertos efectos positivos, también lo es que tiene efectos negativos. Por ejemplo, los brutales efectos de presión sobre el precio de la vivienda y sobre los salarios de los grupos con los que directamente compiten los inmigrantes. El problema: entre 2017 y 2018 se disparó una curva salvaje. No se puede tener este nivel de inmigración que tenemos en estos momentos en España y no esperar que se lleve por delante el sistema. Un país debe tener una tasa racional de inmigración.

Una bobada

A ello, añade que es una bobada eso que se oye de que los inmigrantes nos ayudan a pagar las pensiones. El razonamiento: no hay que pensar en el inmigrante que está pagando/cotizando ahora, sino a lo largo de todo su ciclo vital. Más: la contribución de un inmigrante que llega del norte de África es negativa. Cada persona que llega de allí empeora las pensiones.

La contribución de un inmigrante que llega del norte de África es negativa

Un cerrojazo absoluto y brutal

Así las cosas –según señala Jesús Fernández Villaverde–, ¿cuál es la alternativa? La sinceridad de nuestro economista: España no puede tener el nivel de inmigración de hoy. España tiene que meter un cerrojazo absoluto y brutal a la inmigración no cualificada. La alternativa es una inmigración transicionada en la cual los inmigrantes no cualificados no tienen lugar.

Nos hemos pasado dos pueblos

Jesús Fernández Villaverde se pregunta si España tiene que seguir con la puerta abierta a un sueco con un doctorado en ciencia de la computación o a un empresario que es empresario de verdad. Por supuesto, responde. También da por supuesto que España trate bien a los inmigrantes y que no hay que discriminar a nadie. Concluye: tanto en la izquierda como en todo el mundo, estamos dándonos cuenta que en el tema de la inmigración nos hemos pasado dos pueblos.

El colapso demográfico, el problema económico y el futuro del Estado del bienestar

Jesús Fernández Villaverde pone al descubierto el colapso demográfico de España –lo mismo ocurre en la Unión Europea– si tenemos en cuenta que nuestra tasa de fecundidad es de 1,2 hijos por mujer. Un colapso que podría reducir la población en un 40 % por generación. Una demografía que plantea/plantearía muchos problemas de índole diverso.

Jesús Fernández Villaverde se detiene en el impacto que tendría la inmigración en la hacienda pública y en nuestra economía privada. Un ejemplo: en una España cada vez más envejecida –es decir, más gasto en sanidad, cuidado y pensiones–, con una inmigración in crescendo poco cualificada y poco competitiva –es decir, más gastos en educación, sanidad, transporte, cultura, subvenciones y pensiones– que no llega a cubrir sus necesidades por sí sola; en una situación así, ¿qué futuro –por de pronto económico– nos espera?

Tengan ustedes en cuenta que, además, todo ello ocurre en un Estado del bienestar –también llamado con razón Estado providencia– que facilita una vida digna –no diré que holgada: aunque, para muchos sí lo sea– para todos. Un Estado que no es precisamente gratis y que, por consiguiente, tiene su precio. Un precio que suele pagar mayormente una parte reducida de ciudadanos que, con sus impuestos, se subvenciona a sí mismo y sobre todo subvenciona a sus congéneres. Al respecto, no podemos obviar que el Estado del bienestar, o Estado providencia, puede colapsar por falta de recursos monetarios.

Corolario: no hay que esconder, prohibir o secuestrar el problema. Porque existe. Administrar la inmigración no es rechazar la inmigración. Administrar la inmigración no es síntoma de xenofobia.

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