¿Quién tiene el poder?

Cuando un proyecto político alcanza el poder y nadie puede afirmar quién lo gobierna, podemos afirmar que la sociedad tiene un problema

Hoy la política está más interesada en determinar un objetivo, aunque sea inalcanzable, que en gestionar el bien común, el día a día de los ciudadanos.

Los que critican al independentismo de vivir en una realidad paralela; en Matrix, a Podemos; de querer volver a los postulados sociales de la Unión Soviética, o al PP; de retornar al franquismo, olvidan, incluso en el caso de aceptar como válida su crítica, que las tres fuerzas políticas tienen todo el derecho de defender sus objetivos políticos por contrarios que sean a nuestros intereses.

El problema que hay que abordar es por qué cuando una tendencia política alcanza el poder deja de ostentarlo

La sátira ayuda a ver la realidad con gafas de aumento, pero no a cambiarla, y los ciudadanos, sometidos a las inclemencias de la política, ansían poder ver más allá de la realidad que les ha tocado vivir.

El problema que deberíamos abordar es por qué cuando una fuerza política, un movimiento político o una tendencia política que busca la hegemonía de sus ideas en la sociedad, llega a alcanzar el poder, una vez en el gobierno, ya no lo ostenta porque ya ha aparecido algo que se ha hecho con él.

El presidente estadounidense Donald Trump en una actividad para familias de militares el 4 de julio, en Washington. Foto: EFE/YG

¿qUIÉN GOBIERNA A QUIÉN?

El ejemplo más claro sucede con Donald Trump. El problema de los Estados Unidos no es saber si Trump es corrupto, sino quién alberga el poder detrás de él

Una vez alcanzado el poder, éste ya está en otra parte. Esta observación se puede leer en el magnífico libro El mar de las Sirtes de Julien Gracq, donde el autor explora el carácter onírico del poder y la incapacidad humana para dominarlo.

Cuando un proyecto político alcanza el poder y nadie puede afirmar quién lo gobierna podemos afirmar que la sociedad tiene un problema; ¿Quién gobierna a quién? ¿Podemos afirmar que Donald Trump domina el poder o, por el contrario, es alguien o algo en la sombra quien lo detenta? El problema que se ha abierto en EEUU no es verificar si Trump es corrupto, si ha mentido, o si ha utilizado su poder empresarial para abusar de personas influyentes, sino identificar quién gobierna los EEUU.

Indecisión en el poder: el caso español

No saber quién está al mando mortifica a una parte de la población y la opinión pública, que ya no es capaz de separar el gobierno de Trump del gobierno de Putin. ¿Podemos afirmar que Joaquín Torra ejerce el poder o, como él mismo ha expresado, es compartido con Puigdemont y ambos, a su vez y como todo parece indicar, lo comparten con la ANC? La preocupación alarmante es no poder saber quién gobierna en Cataluña, quién tiene el control y quién es responsable de los resultados, tanto si son buenos como malos.

La cuestión que subyace cuando observamos a los representantes de este gobierno es si el bien común que deben promover queda subordinado a unos ideales que hacen ingobernable la realidad. ¿Podemos afirmar que Pablo Casado podrá dominar los fantasmas del pasado de la derecha española en el caso hipotético de que llegue al poder? ¿Podemos asegurar que, tal vez, sea la debilidad de Pablo Casado la razón que demuestra que el poder está en otra parte?

Podemos hacer cientos de conjeturas sobre cómo y porqué un individuo llega al poder pero, una vez alcanzado, nadie sabe porqué el poder ya se ha desplazado a otra parte, a un lugar que todo el mundo dice conocer pero que nadie ha visitado.

La duda sobre quién gobierna las instituciones se ha convertido en inercia, en una problemática despreocupación que acaba afectando a la propia idea de democracia.