Regeneración democrática o nepotismo
Por fin, el Gobierno de España ha aprobado el informe del demandado Plan de Regeneración Democrática, que algunos, como el que escribe, defendimos a ultranza en los últimos meses como respuesta ante el cambio de mentalidad de los ciudadanos y como respuesta a una ciudadanía que necesita un recambio en lo político, lo social y lo económico, tanto en las formas como el contenido. Se debe priorizar primero al ciudadano, a continuación al ciudadano y por último al ciudadano.
El informe contiene una batería de medidas con un fin: luchar contra la corrupción y mejorar los mecanismos de respuesta y detección. Las líneas expuestas, que pienso que son vitales y que no deberían sufrir cambios notorios en su debate parlamentario, pasan por un control de la actividad económica de los partidos, exigiéndoles una responsabilidad en sus cuentas de tesorería, una obligación de presentación ante el Tribunal de Cuentas y una rendición de cuentas ante el Parlamento de la gestión de las mismas. Un segundo capítulo está formado por la obligación de reflejar las donaciones y subvenciones recibidas, así como una regulación de las contrataciones ejecutadas, no sólo por auditorías internas, sino también externas. Y para el buen funcionamiento y transparencia de estas líneas se debe y tiene que completar con un severo régimen sancionador, ágil, independiente y resolutivo.
Además, la figura de cargo público debe ser cristalina, y así se deberán hacer públicas las declaraciones de bienes y derechos patrimoniales, así como las retribuciones de los cargos electos. Y uno de los apartados importantes en este ámbito es el de la concreción de los gastos de representación y la prohibición de tarjetas de crédito, justificando estrictamente los gastos reembolsables, y acreditando su necesidad para las funciones inherentes al cargo.
Para su correcto funcionamiento es necesario crear un régimen sancionador penal para los partidos políticos, donde se recoja la prohibición de contratar con las administraciones públicas, directa o indirectamente, evitando así la falsedad en las cuentas de los partidos o su financiación ilegal. Pero esta regeneración democrática expuesta por el Ejecutivo y demandada por la sociedad debe tener continuidad también en una regeneración democrática interna de los partidos políticos que acabe con nepotismos y oligarquías creadas y consolidadas en las últimas generaciones, en mayor o menor medida, para que sirvan para que los partidos sean realmente transparentes, respondiendo al fin que los ciudadanos solicitamos y demandamos. Solo de esta forma se recuperará la credibilidad política, social e institucional, sirviendo a la postre para fortalecer un inicio posible de recuperación económica real a partir del segundo semestre del 2014.
La regeneración democrática y la regeneración política son vitales, fundamentales e imprescindibles en el contexto en que se encuentra este país, necesitado de ideales, principios, valores e ilusión.