Respeto, pero discrepo de una huelga general

Deberíamos realizar una sencilla reflexión en formato de interrogante y es ¿a quiénes beneficia y a quiénes perjudica una huelga general? Bien, mi contestación es que nos perjudica a la inmensa mayoría de los ciudadanos y únicamente beneficia a unos lideres sindicales faltos de carisma, credibilidad y que además no saben ni quieren articular propuestas que vayan en la línea de aportar soluciones para reactivar nuestra economía y empleo.

¿Alguien de verdad piensa que, en un marco donde autónomos, microempresas y pymes están asfixiados económicamente y sometidos a una presión fiscal y tributaria que roza lo insoportable, con una facturación menguada y unos beneficios paupérrimos, la convocatoria de huelga general no vaya agravar aún más esta delicada situación? ¿Son conscientes los sindicatos de que a muchas de estas actividades económicas, el perder un día de ingresos les pueden complicar el mes hasta el infinito? ¿No se dan cuenta de que lo único que originan con esta huelga es menguar aún más los ingresos mensuales de los trabajadores públicos y privados, en definitiva, de las familias? ¿Es ésta su especial manera de contribuir a destruir más empleo? ¿Que casi 30.000 ourensanos estén desempleados no es más que suficiente? Pues estas son las preguntas que origina convocar y apoyar una huelga general en el peor momento posible económica y socialmente hablando.

Es verdad que muchas pymes han congelado los incrementos salariales en los dos últimos años, pero a cambio se intenta encontrar una tendencia que trate de compensarlo, incrementando el peso de las variables y haciendo un esfuerzo por diseñar modelos retributivos atractivos y adaptados a la nueva realidad.

Y las ventajas de la variable van en la línea de que si la empresa tiene que hacer un mayor desembolso, es debido al alcance de objetivos de sus empleados, motivándolos así en sus retribuciones. Lo importante de esta línea es definir bien los objetivos, que por un lado sean beneficiosos para la pyme y que no sean imposibles de conseguir por el trabajador, ya que la idea es que ambas partes puedan beneficiarse. De hecho, más del 50% de las empresas tienen pensado vincular sus salarios a criterios de productividad.

Las discrepancias y el malestar deben ejercitarse en las mesas de diálogo o en los foros pertinentes, ya que nuestra credibilidad como país puertas afuera está en números rojos, y la imagen de una huelga general sólo conlleva agravar, y en mucho, una imagen de caos y frustración. Y aquí un nuevo interrogante: ¿comprarían ustedes un producto o servicio a un comercial que no creyese en lo que está vendiendo y que desvirtuase a su empresa y a su gerencia? No, ¿verdad? Pues si pretendemos que Europa, BCE y FMI confíen en nosotros y nos financien para que nuestra economía se pueda recuperar, no sigamos tirando piedras hacia nuestro propio tejado, porque como éste nos caiga encima, el golpe únicamente los vamos recibir los que aquí vivimos.