Rivera hunde a Rajoy pero casi se ahoga

La moción de censura de Pedro Sánchez ha triunfado gracias a un apoyo nacionalista que tiene un enemigo común, Albert Rivera

Nadie ha caído del caballo. El pedrosanchismo no existe. Pedro Sánchez no gusta a la inmensa mayoría de los que le han votado, empezando por la vieja y parte de la nueva guardia de su propio partido.

No, no crean que los independentistas catalanes han votado a favor de Sánchez por puro despecho, malsano deseo de venganza, o a fin de provocar el caos.

Si en algún ánimo estaban estos componentes, en el de Marta Pascal y los dirigentes de ERC reinaba el cálculo político.

El mismo cálculo que finalmente animó a los vascos del PNV a cambiar en horas veinticuatro su posición sobre Mariano Rajoy. De aprobarle los presupuestos a fin de asegurarle una cómoda continuidad hasta el final de la legislatura a darle el último patadón.

El voto nacionalista

Es famosa la frase del gran Indro Montanelli: “tappati il naso ma votate DC”.

Trasladada a nuestros impíos lares tanto puede significar ‘tapaos la nariz pero votad al PP’ –lo que hizo el PNV con total desparpajo, al aprobar los presupuestos sabiendo de sobras lo de la corrupción— como ‘tapaos la nariz pero votad a Pedro Sánchez’, que es lo que han hecho ERC y el PDECat.

¿Qué les ha movido? El cálculo, claro. El cálculo y el miedo.

Si fracasaba esta moción, ya estaba preparada la segunda de tipo instrumental

Si el fracaso de la moción de Sánchez hubiera significado la continuidad de Rajoy, el PNV no habría cambiado de opinión. Pero el panorama no era tan sencillo. Si la primera moción no prosperaba, lo haría la segunda.

La segunda moción, llamada instrumental, ya estaba preparada y anunciada. Sería presentada por Podemos, por C’s o por ambos, con un candidato, consensuado con Susana Díaz, comprometido a disolver las cortes y convocar elecciones inmediatamente después de ser nombrado.

El cálculo de los tres partidos nacionalistas es muy sencillo. Se basa en la previsión de que estas elecciones las ganaría Ciudadanos. Peor imposible. Por si alguien no lo tiene claro, dejaremos anotadas las preferencias de los periféricos.

Para el PNV, mejor Rajoy que Sánchez. No por principio, ni por principios si los conservan, sino porque le tenían en sus manos. Podían pactar con él, o sea chantajearle, sin que entrometieran los soberanistas catalanes.

Pero como calcularon que Rajoy iba a caer igualmente en la segunda moción y que luego Rivera ascendería al poder, han preferido a Pedro Sánchez. Ergo, el miedo a Rivera explica al 100% el cambio de voto del PNV. No le den más vueltas.

Las piruetas del independentismo obedecen al mismo motivo que motiva al PNV. Miedo a Albert Rivera.

Tampoco sirven de nada los cotilleos sobre las tensiones entre Puigdemont y su partido. Las piruetas del independentismo son todavía más espectaculares que las del PNV pero obedecen al mismo motivo. Miedo a Albert Rivera.

De ahí todos los trágalas, terminando por el de Carles Campuzano al aceptar unas disculpas de Sánchez por sus afirmaciones anteriores sobre el president Quim Torra que el propio líder socialista no había ofrecido.

Sí que se puede gobernar contra el soberanismo catalán, y al pasado inmediato me remito.

Lo que han evitado, no los soberanistas catalanes por su cuenta sino gracias a la coincidencia momentánea con el PNV, es que un gobierno presidido por Rivera embistiera con mayor furia contra la mayoría del Parlament de Cataluña.

El futuro inmediato

Por desgracia de España, la sentencia sobre el caso Gürtel no ha sido más que el detonante o la excusa. Si el PP hubiera propuesto a tiempo un substituto de Rajoy, el PNV le habría apoyado.

Si los sondeos hubieran dado ganador a alguien que no fuera Rivera, los tres partidos nacionalistas se habrían abstenido a pesar de la condena al PP.

Como en el billar americano, la bola que ha empujado a Rajoy hacia el hoyo es la de C’s. Pero al chocar con la bola del PP, la trayectoria de Rivera hacia La Moncloa se ha desviado, quien sabe si hacia otro oscuro agujero.

Cuando crece el oleaje y los vaivenes se convierten en bandazos, las tripulaciones deben echarse a temblar. Si la nave del 78 zozobra, el principal culpable será el PP por su casposa zafiedad. El segundo, el PSOE por su cobarde seguidismo.

A saber si habrá beneficiarios.