Roca, ERE en España e inversiones fuera

Sin viviendas nuevas no hacen falta sanitarios, y no se puede seguir fabricando un producto que no tiene salida en el mercado nacional. Es la cruel realidad a la que se enfrentan los trabajadores españoles del Grupo Roca, la multinacional catalana de sanitarios controlada por los primos Carlos de Gomar Roca y Javier Roca Hernández –los dos consejeros delegados y presidentes alternos cada dos años–, y cuya gestión del día a día corre por cuenta de Ramón Asensio, el director general.

Es una de las dos caras de la empresa, la mala, la que ha abocado a sus gestores, desde hace ya siete años, a un progresivo incremento de suspensiones de contratos, expedientes de regulación de empleo (ERE) y despidos. ERES, temporales inicialmente, y ahora ya definitivos con la consumación del próximo cierre, por cese de actividad, de la fábrica de Alcalá de Guadaira, en Sevilla, y de la de porcelanas sanitarias, en la localidad madrileña de Alcalá de Henares. Cierre y despido de casi 500 trabajadores.

En el otro lado, la cara buena, la que da beneficios, la que representa esas inversiones que se siguen realizando donde hay un mercado de crecimiento potencial. Como esos 36 millones que acaban de comprometerse para poner en marcha una nueva planta de porcelana sanitaria en el sudeste de Brasil.

En el ‘gigante’ americano la compañía catalana ya emplea a unos 3.200 trabajadores –el 18% de los 19.000 que lo hacen en 135 países– en ocho plantas de producción propia, cinco de porcelana sanitaria y tres de revestimentos cerámicos, además de una línea de montaje de grifería. Más o menos los empleados con que contaba el grupo en España hace cuatro años, antes de que los ajustes se dejaran por el camino más de 1.200 empleos. Los casi 500 que serán despedidos en las próximas semanas se suman a otros tantos que salieron de la empresa hace dos años.

Los despidos, que seguramente no serán los últimos si las cosas siguen empeorando, vienen a poner fin a una serie de actuaciones paliativas, a base de expedientes temporales y suspensiones, a las que la compañía ya no ve futuro alguno. Se fueron tomando, entre 2009 y 2012, confiando en que mejorase la situación del mercado nacional. Pero, lejos de hacerlo, no ha hecho sino empeorar, con lo que esas medidas, además de acarrear un coste a todas luces improductivo, ponían en entredicho las posibilidades de desarrollo futuro.

Así, ante la cruda realidad de las cuentas, el margen para no aplicar medidas traumáticas resulta cada vez menor. A pesar de diversas medidas tomadas para intentar reactivar el mercado, como inversiones en el campo comercial y del marketing, las ventas unitarias de porcelana han caído un 41% desde 2009 y un 68% desde 2006, por lo que la producción de las plantas en España no alcanza el 30% de su capacidad total y la rotación de existencias alcanza los 160 días, el triple de la cifra media de los últimos años.

Y las previsiones para el año en curso todavía son peores, tanto que, de no aplicar los ajustes y seguir al ritmo actual de fabricación, el número de las unidades producidas por la compañía duplicaría a la de unidades vendidas. Insostenible se mire por donde se mire.

Así, tras el cierre de las factorías en Madrid y Sevilla, Roca mantendría en España nueve fábricas en Barcelona, Madrid, Castellón, Navarra y Burgos que, junto con el resto de centros de trabajo, dan empleo directo a unas 2.000 personas. Y en Alcalá de Henares también proseguiría la actividad productiva de bañeras y el centro logístico.

En cuanto a su proyección exterior, además de Brasil, Roca está volcada en el resto de los países BRIC, hacia los que dirige la parte mollar de las inversiones: compras en Rusia e India de empresas locales. Adquisiciones que le han llevado a incrementar su deuda financiera hasta los cerca de 400 millones de euros.