San José se abre paso en Mozambique
Con la construcción residencial prácticamente paralizada en España, con apenas 50.000 viviendas visadas para iniciar su construcción en 2012 –el 30% menos que el pasado ejercicio– grandes y pequeñas constructoras se afanan en buscar contratos en el exterior. Pero el asunto no resulta fácil.
Mercado hay, y no poco. Algunos países cuentan con planes multimillonarios y dinero disponible para cubrir déficits históricos de vivienda de la población local o ampliar la oferta turística a base de grandes resorts. Pero mil y una trabas administrativas, la superación de la desconfianza inicial y, sobre todo, la feroz competencia con empresas de otros países, son obstáculos que hay que superar para al final conseguir los ansiados contratos.
En los últimos años, las andanzas internacionales de empresas medianas se han saldado con algunos sonoros fracasos, como le ocurrió al polémico Francisco Hernando El Pocero. A finales de 2008, trascendió un proyecto por el que pretendía construir 35.000 casas en Guinea Ecuatorial, la punta de lanza para proseguir después con un plan de modernización en otros países de África Central. Todo quedó en nada, aunque llegó a tener parado el material durante más de un año en el puerto de Alicante. Lo mismo le ha pasado a Fergo Aisa, de nuevo en concurso de acreedores, que también vendió humo con un supuesto contrato en Colombia.
Ahora, otra constructora, filial del Grupo San José, presidido por Jacinto Rey, ha puesto las bases para un megaproyecto en Mozambique. De momento, no hay contrato alguno. Únicamente el acuerdo o Memorandum of Understanding (MOU) firmado con el Fondo para la Promoción de la Vivienda, dependiente del Ministerio de Obras Públicas y Vivienda, de cara a una colaboración para construir 100.000 inmuebles sociales en la próxima década con la que cubrir las carencias de buena parte de los 22 millones de habitantes residentes en la antigua colonia portuguesa.
“Se trata de la firma de documentos iniciales que precisan de desarrollo posterior” para ver si fructifican en la firma de contratos, comentan en la empresa. En el mejor de los casos, no sería antes de seis u ocho meses cuando se firmaría el primero de estos contratos para construir 4.500 viviendas en las provincias de Nampula y Sofala y en Maputo, la capital del país. Además de los inmuebles, se contempla también la construcción de redes de abastecimiento de agua y saneamiento, vías de acceso e iluminación pública, centros de salud o colegios.
Hablamos de una inversión inicial de unos 115 millones de euros, que insuflaría aire a una cartera de pedidos que venía languideciendo en los últimos años. No tanto en obra civil, más o menos estable en torno a los 300 millones, pero sí en lo referente a edificación, tanto residencial como no residencial, que, al cierre del primer semestre, registraba en ambos casos caídas superiores al 35% respecto al mismo periodo de 2011.
Con vistas al futuro, la gran esperanza de San José pasa porque la economía española se recupere y pueda echar a andar el proyecto con el que lleva soñando Rey desde hace más de una década, como es prolongar el madrileño paseo de la Castellana hacia el norte sobre el haz de vías de la estación de Chamartín.
Una actuación –en la que está embarcado junto al BBVA en la sociedad DUCH– y de la que también forman parte las tres administraciones. Con números que asustan para los tiempos que corren. Más de 11.000 millones de inversión para urbanizar tres millones de metros cuadrados sobre los que construir 17.000 viviendas o 1,2 millones de metros cuadrados de oficinas.