Sánchez en apuros

Arrimadas y Sánchez sufren un fuerte revés ante una Ayuso rápida en la convocatoria electoral, mientras Iglesias se erige como purista de la izquierda para salvar a su partido de la irrelevancia

De la chapucera maniobra para descabalgar al PP en Murcia, en plena pandemia, han salido trasquilados tanto Pedro Sánchez como Inés Arrimadas. Infravaloraron la capacidad de reacción de la presidenta de Madrid, mucho más resuelta y práctica que Pablo Casado, que acumulaba ya una lista de agravios con su socio de gobierno (el desleal Aguado) para adelantar las elecciones a la mínima oportunidad. Y ellos dos se la sirvieron en bandeja.

Por primera vez a Sánchez se le han torcido sus planes de largo alcance. Por partida doble. Ha fracasado en Murcia y no ha podido cambiar las mayorías en Madrid sin pasar por las urnas. Veremos si tiene más acierto cuando abra el melón en Andalucía, que está a punto de maduración. Pero quien ha recibido el estoque ha sido Inés Arrimadas.

Le ha salido tan mal el viraje a Ciudadanos que acaba de perder dos gobiernos autonómicos, se ha quedado sin grupo propio en el Senado, con el grupo partido en el Congreso y el goteo de fugas a ritmo acelerado.

Tampoco le ha ido mejor a Sánchez que ve que se le desmonta el ala oeste de la Moncloa mientras pierde el apoyo de ERC. Que la posibilidad de desplazar al PP de Madrid (su bestia negra, su obsesión) por la puerta trasera de una moción de censura ya es historia. Tendrán que decidir las urnas. Y que la alternativa de recambio de socios (la sustitución de Podemos por Ciudadanos ) se ha difuminado. 

Si Diaz Ayuso no fuese la candidata popular a la presidencia del gobierno de Madrid, seguramente Pablo Iglesias no se habría lanzado a la piscina donde su formación va perdiendo agua. Pero lo ha hecho para recobrar visibilidad cuando su figura genera mayor rechazo, con la intención de rescatar a Podemos de la irrelevancia, en un momento en el que copresidía un gobierno en donde no mandaba, que es lo único que le interesa. Tras el rechazo de Errejón a su envolvente  para presentarse a las elecciones madrileñas en una lista única, Iglesias pretende erigirse en el referente ‘puro’ de la izquierda. Así se presentado esta semana en el Congreso de los Diputados. 

«[Pablo Iglesias] lo ha hecho para recobrar visibilidad cuando su figura genera mayor rechazo, con la intención de rescatar a Podemos de la irrelevancia, en un momento en el que copresidía un gobierno en donde no mandaba»

Busca un ‘cara a cara’ con la presidenta y candidata popular no para debatir sobre gestión sino sobre ideología. Para volver a instalarse en la España del 33 que es donde más cómodo se siente. En las trincheras, en la arenga y la crispación. En la barra del bar donde mezcla chupitos de “transfuguismo” con la “pasta” con la que asegura que los populares han comprado votos en Murcia. 

A Sánchez le puede beneficiar cualquier acorralamiento al centro derecha. Pero, por mucho que le siga premiando el CIS de Tezanos, no debe olvidar que Pablo Iglesias se aupó en el movimiento 15-M ,que surgió de la contestación al PSOE (“no nos representan”) cuando un sorprendido Rubalcaba acusaba el golpe desde la extrema izquierda

Y que buscará venganza a la mínima oportunidad. Si lo más que consigue el próximo 4 de mayo es dar aire a Podemos a costa de Más Madrid, volverá al Congreso y dejará a sus votantes madrileños con un palmo de narices. Iglesias es un ‘destroyer’ de la Transición. Presume de sus antecesores pero no está a la altura ni de Carrillo, ni de Paco Frutos. Por ejemplo, lo suyo es pose.  ¿O es que nadie recuerda con qué desprecio trató a Julio Anguita cuando el malogrado dirigente dijo que los de Vox no eran  no eran fascistas? Le recomendó que tomara ejemplo de “gente mayor como Ratzinger”, que cogiera un helicóptero y se fuera a la mierda. El archivo, también en su caso, es el peor enemigo.

Ayuso no tendrá los reparos de Casado para gobernar con Vox

Iglesias, con su comportamiento, ha demostrado ser tóxico y autoritario. La antítesis de la democracia. Sánchez lleva tiempo queriendo librarse de él. Pero después del ‘bluf ’ de Ciudadanos, no le va a resultar tan fácil  mutarse en centrista. 

Vista la pelea parlamentaria de esta semana en el Congreso de los Diputados ya sabemos que en la campaña por la batalla de Madrid habrá guerra sucia. Que bajarán al ruedo el presidente y el vicepresidente de gobierno. Isabel Diaz Ayuso, entre Pedro y Pablo.  Veremos los resultados en las urnas el 4 de mayo.

Aun faltan siete semanas. ¿Obtendrá Ciudadanos el 5%? Que el PP  consiga o no la mayoría dependerá de que los electores de Ciudadanos y Vox opten por el voto útil. Si gana Diaz Ayuso con la ayuda de Vox, tendrán que redefinirse las alianzas en el centro derecha. La presidenta de Madrid , ahora candidata, no tendrá los reparos de Casado para gobernar con Vox. Sánchez volverá a sacar la foto de Colón. Pero esa propaganda, a Isabel Diaz Ayuso no le altera lo más mínimo.