Se aleja Cataluña Suma

Un constitucionalismo débil en un futuro Parlament es una mala noticia

Inés Arrimadas fue al Congreso y votó con el Gobierno la prolongación del estado de alarma. La líder naranja se emancipó de Albert Rivera y declaró su mayoría de edad. El exlíder de Ciudadanos convocó una charla digital y el morbo estaba servido. ¿Discrepará Albert de Inés?

Arrimadas forma parte de la historia política de Cataluña, fue la primera que consiguió doblegar al nacionalismo en las urnas con un discurso sin matices ni concesiones. Esta gesta la hizo sin contradecir jamás, en público, de Rivera. En el Congreso demostró que su liderazgo no es una mera prolongación de Rivera. Si bien Arrimadas no consiguió nada tangible de votar la prolongación, días más tarde los agentes sociales acordaron con el Gobierno su petición de prolongar los ERTE hasta fin de junio, desvinculando los mismos de las prórrogas del estado de alarma.

Miquel Buch, uno de los consejeros autonómicos catalán más cuestionado, se atrevió a propinarle esta semana un sonoro zasca al intocable Oriol Junqueras cuando este amenazó a PSOE y Junts x Cat con elecciones y dejar gobiernos. Buch le dijo que con la que está cayendo no toca hablar de política, sino de salud y de economía. Por una vez, y solo por casualidad, coincido con Buch y por eso es importante aclarar que este artículo no quiere ser un mero análisis de coyuntura electoral, sino sobre cómo la política cotidiana y la estrategia de partido puede condicionar nuestro futuro.

La mayoría de los votantes de Cs en 16 comunidades autónomas españolas proceden de las filas del PP; en cambio, en Cataluña, no. La mayoría de votantes de Cs son antiguos votantes socialistas. El giro en el rumbo de Arrimadas en el Congreso plantea, pues, un cambio de estrategia en Cataluña. El acercamiento de Cs al PSOE permite a los naranjas luchar por el mismo espacio que el PSC, un espacio que perdieron en las municipales de hace un año.

Carlos Carrizosa, líder parlamentario de Cs en Cataluña, confirmó este giro estratégico anunciando que el partido está abierto a negociar los presupuestos del estado con Pedro Sánchez. Además en Madrid hay ruido de sables y Cs acaricia la idea de mover la silla a Isabel Diaz Ayuso, movimiento que complacería sobremanera a Moncloa y a Galapagar, residencia del vicepresidente, dado que ambos llevan mal la escalada en las encuestas de Ayuso y Almeida.

El movimiento no es baladí. A día de hoy tanto a Cs como a PP el acuerdo en el País Vasco ya les incomoda, lo que valía para abril quizás ya no sea lo más adecuado para julio, porque ya se sabe que en política un día es un año y 3 meses son tres lustros.

Cs acaricia la idea de mover la silla a Isabel Diaz Ayuso​

Cs quiere volar sola en Cataluña reubicándose, mientras que el PP cree que tiene en Cataluña al mejor candidato entre las fuerzas constitucionalistas y quiere ratificar la recuperación que, tímidamente, apuntaron los resultados de noviembre de 2019.

Sánchez recibe de Arrimadas mucho más que un voto para prolongar el estado de alarma, recibe oxígeno para aplacar a Iglesias y Rufianes, “menos exigir, menos conspirar o me voy con Cs” podrá decirles el Presidente a sus incomodos e incordiantes socios.

Pero atención, la fragmentación es debilidad, además de que hay que tener en cuenta que Vox obtendrá un buen resultado en Cataluña y de que la práctica totalidad de los votantes constitucionalistas en Cataluña quieren la unidad, no hay que olvidar jamás que por encima de las legítimas tácticas de partido está el futuro de la gente.

El independentismo nunca deja pasar su oportunidad. En las crisis del 2008 creció, en parte, machacando la idea de que España era crisis y que los problemas derivados de los recortes y el paro eran culpa de España. Ahora tendrán un doble argumento, el que ya usan de forma impúdica: España nos mata, fuera de España lo hubiéramos hecho mejor.

Que Cataluña Suma no cristalice no creará ningún trauma a ningún líder político en Cs ni PP a corto plazo, pero sí facilitará la estrategia independentista. Un constitucionalismo débil en un futuro Parlament es una mala noticia; un constitucionalismo separado en las municipales de 2023 es inasumible. 

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