Sin bola de cristal: un futuro incierto nos espera

Un Gobierno en España que no tuviera los condicionantes actuales enfrentaría de manera distinta el problema que tiene con el Gobierno de Cataluña

Pedro Sánchez saludando a Pere Aragonès (ERC) minutos antes de la primera reunión de la mesa del "conflicto catalán" en el Palacio de la Moncloa, el 26 de febrero de 2020 | EFE/Archivo
Pedro Sánchez saludando a Pere Aragonès (ERC) minutos antes de la primera reunión de la mesa del «conflicto catalán» en el Palacio de la Moncloa, el 26 de febrero de 2020 | EFE/Archivo

Reflexionar acerca de cómo puede evolucionar la situación en Cataluña a medio plazo resulta harto difícil. Por una parte, porque todo es impredecible en esta mi tierra. Por otra parte, porque no se puede desligar lo que aquí pase con cómo evolucione España, sobre todo sus gobiernos, que tampoco gozan de gran predictibilidad. Y, si me apuran, también influye cómo va evolucionando esta Europa en la que estamos insertos y cómo nos afectan fuerzas, grupos y entidades de todo tipo que tienen, por la razón que sea, intereses sobre la propia evolución de Cataluña.

Aquí estamos en medio de la formación del Gobierno que derivaría de las elecciones del pasado 14 de febrero. Pese a que, en ellas, el secesionismo no ha obtenido más allá de un tercio de los votos del censo y el partido más votado ha sido un partido no secesionista, el PSC, parece que lo más probable es que se forme un gobierno entre Esquerra Republicana, la CUP y JuntsxC.

La herencia de la antigua Convergencia está condicionando todo ello y las dudas se sitúan alrededor de si ese “procés” que continúa se va a radicalizar y prefigurar un nuevo “referéndum” de independencia o si va a continuar a la manera gramsciana, “recatalanizando” Cataluña, para consolidar su supremacismo y subsiguiente hegemonía, dirigida a reforzar su dominación sobre un territorio y una población que consideran suyos.

Confrontación o presión: dos cara de una misma moneda

Es evidente que ambos contextos, el de la confrontación directa y el de la presión continuada, tienen la misma finalidad, pero difieren en la estrategia para conseguirla. Puede que, a corto plazo el secesionismo prefiera esa espiral de presión, jugando con la pretendida negociación, pero esperando el momento oportuno para lanzar otra ofensiva directa.

No nos esperan, pues, muchas sorpresas en este ámbito, aunque sí algunas, que pueden derivar de los enfrentamientos internos dentro de ese bloque y de la apatía, cada vez mayor, que amplios sectores de la sociedad catalana están mostrando, abandonando el entusiasmo performativo que había presidido las celebraciones de las “Diadas” u otros avatares, como se ha visto en la altísima abstención que, también dentro del bloque secesionista, ha mostrado las pasadas elecciones.

Como una parte de este bloque secesionista, ERC en concreto, está en estrecha relación con la coalición que gobierna España, especialmente a partir del “puente” realizado por el ala catalana de Unidas Podemos (En Comú Podem), es necesario esperar a ver cómo quedan aquellos acuerdos que parecieron fundamentales en la negociación de la moción de censura interpuesta por Pedro Sánchez, alrededor de la denominada “mesa de diálogo”.

Aliados en el Gobierno

También está por ver cómo quedará el tema de los indultos, o no, o la amnistía, de los condenados por el Tribunal Supremo por su participación en el golpe de 2017 y los que se auto sustrajeron a la acción de la justicia huyendo al extranjero y que están pendientes de cómo evoluciona, a su vez, la orden europea de búsqueda y captura que se emitió en su día y que está paralizada por el momento.

La salida del Gobierno del Vicepresidente Pablo Iglesias, alrededor de la situación en la Comunidad de Madrid, donde dijo aspirar a presidirla, no cabe duda de que puede influir en las relaciones con el bloque secesionista catalán y en las relaciones de su franquicia catalana con ese bloque, pues es evidente que no es lo mismo tener un aliado en la Vicepresidencia del Gobierno que no tenerlo ahí.

Y eso contando con que, por conveniencias propias, no haya un cambio de rumbo dentro de Unidas Podemos al respecto. Un Gobierno en España que no tuviera los condicionantes actuales enfrentaría de manera distinta el problema que tiene con el Gobierno de Cataluña (no con Cataluña) y los partidos que pueden llegar a integrarlo.

¿Hacia unas nuevas elecciones generales?

Podemos tener, o no, mesa de negociación, podemos tener, o no, indultos o amnistía, en dependencia de cuál sea la posición del Gobierno de España al respecto. Y ello condicionaría la política, en España y dentro de Cataluña, a corto y medio plazo. Con todo el problema que se ha originado, durante el mes de marzo, con las mociones de censura y las alianzas en diversas comunidades autónomas, la prensa no descarta que la legislatura no se agote y que el Presidente Sánchez convoque elecciones generales después de verano o, como más tardar, el año próximo.

El resultado de las mismas condicionaría a su vez lo que pudiera suceder en Cataluña, pues, a pesar de que el ciclo electoral, según todas las encuestas, es favorable al partido socialista, no está nada claro que pudiera repetirse la misma alianza que permitió la moción de censura por la que Pedro Sánchez fue investido directamente como Presidente del Gobierno de España.

Y nos queda por decir algo de cómo puede influir el contexto europeo en Cataluña, especialmente, a partir de cómo se adjudiquen y gestionen los fondos que la Unión Europea pone a disposición de los Estados miembros para hacer frente a la crisis económica derivada especialmente, aunque no exclusivamente, de la pandemia que nos está afectando.

La participación en los Fondos Europeos

No se descarta que ello haya podido influir en la decisión del Vicepresidente del Gobierno de entrar en la política autonómica a través de la Comunidad de Madrid, aunque ello no se sitúa entre los grandes temas a analizar ahora mismo por los medios de comunicación.

Cómo se organice la participación en el Fondo de Recuperación Europeo (que no “reparto”, por más que algunos quieran que sea así, no es posible “repartir” ya que hay que tener en cuenta las normas impuestas por la UE al respecto) de entidades, instituciones y particulares, alrededor de los proyectos que presenten, puede tener también gran influencia en el desarrollo de los acontecimientos a medio plazo.

La UE pretende estructurar esos fondos alrededor del Eje Verde y del Eje Digital, mientras que en Cataluña, el secesionismo va a pretender utilizarlos, aunque sea subrepticiamente, para el logro de sus fines mientras el empresariado se ha pronunciado por una gestión controlada en forma independiente, para garantizar el cumplimiento de los objetivos.

Es evidente que el contexto internacional es complejo, porque las alianzas del secesionismo con grupos como el Frente Nacional francés, la Lega italiana o Alternativa por Alemania, con quienes comparte estrategias en el Parlamento Europeo, así como las reminiscencias del populismo trumpista o las relaciones con algunas organizaciones rusas, chinas, bolivarianas y demás, no dejan de estar presentes en este futuro incierto que nos espera.

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