Táctica parda

Lo miremos por donde lo miremos, no veo yo a PNV y Ciudadanos votando juntos nada que no sea el menú de la cafetería del congreso

Los que hemos crecido en organizaciones sociales o políticas —les juro que sin taras evidentes— conocemos perfectamente la diferencia entre táctica y estrategia.

No, no me refiero al magnífico poema de Mario Benedetti que leíamos lánguidamente los adolescentes enamoradizos de finales del pasado siglo ante cualquier contratiempo amoroso, sino a las formas en la que nos pensamos y nos organizamos en busca de la consecución de nuestros objetivos.

La táctica es primaria, rápida, casi grosera. Se basa en la cintura, en el juego de piernas, en el gambeteo del delantero, en la ocultación del naipe bajo la mano del prestidigitador.

La táctica es rápìda, automática, la usamos para sobrevivir un momento, para pasar el día, para que no nos pille el jefe, para tomar la última cerveza.

La táctica nos ayuda a ocultarnos, a tomar ventaja instantánea, a acercarnos a un objetivo menor.

La estrategia en cambio, ¡ay la estrategia!

De la táctica a la estrategia

La estrategia es el grial de los militares, es El Dorado de los conquistadores, la piedra filosofal de los alquimistas.

Si la táctica es rápida, la estrategia es pausada. Si la táctica es automática, la estrategia se aprende con su ejercicio, si la táctica es grosera, la estrategia es elevada. Si la táctica, finalmente permite tomar ventaja, la estrategia permite ganar la partida.

Pues miren, en nuestro país, de estrategia, más bien justitos.

Si observamos los movimientos de los partidos durante las últimas semanas de cara a la votación de la prórroga del estado de alarma, deberemos concluir que la estrategia ha brillado por su ausencia. Táctica y gracias.

Por un lado el Gobierno, que una vez en paños menores tras el anunciado abandono del barco de los indepes de ERC, en lugar de buscar un acuerdo que además de garantizar el pase a esta quincalla de estado de alarma le asegurase los votos necesarios para aprobar los presupuestos generales que tanto necesita el país, se ha conformado con un acuerdito menor y sin recorrido. Porque lo miremos por donde lo miremos, no veo yo a PNV y Ciudadanos votando juntos nada que no sea el menú de la cafetería del congreso. Táctica.

Por otro lado, los Ciudadanos de Inés Arrimadas, más necesitados de notoriedad que Norma Desmond mientras bajaba la escalinata en la escena final de El crepúsculo de los dioses, en lugar de apostar por un acuerdo que les otorgase un lugar al sol durante los próximos meses, se han conformado con una foto de polaroid que pasará de moda en pocas semanas. Táctica.

El Gobierno ha salvado la prórroga del estado de alarma a costa de romper su mayoría de investidura

Los indepes de ERC, asustados por la próxima convocatoria electoral en Catalunya, en lugar de ser consecuentes han buscado excusas de alumno de primaria para desmarcarse del PSOE. Táctica.

Los nacionalpopulistas de Vox, el partido de las fazañas bélicas imaginarias, consciente de que la crisis (bueno, y la realidad en general) les viene grande, han buscado parecer que saben de lo que hablan mientras votan No junto a indepes de todo pelaje. Táctica y más táctica.

Y bueno, dejo a un lado a PNV y PP porque tendría que decir alguna cosa buenas de ellos y me romperían el relato.

Miren, en política hay ocasiones en las que lo mejor es enemigo de lo bueno, momentos en los que sí solo trabajas en lo táctico, en salvar la bola de set, te estás condenando en lo estratégico y nunca serás capaz de levantar la bola de partido.

El Gobierno ha salvado la prórroga del estado de alarma a costa de romper su mayoría de investidura, fiando además todo a una alianza coyuntural que une el nacionalismo del PNV con el centralismo de Cs.

Personalmente no les arriendo la ganancia.