Todos los votos no son iguales

Sánchez alimenta a unos herederos de ETA que sueñan con desbancar al PNV, mientras Cs insiste en pactar con el Gobierno pese al ninguneo

La apuesta del PNV por un Gobierno Frankestein, ruptura mediante con el PP para apuntarse a la alternativa “progresista”, ha desembocado en el reforzamiento de EH Bildu. Al fin cantó la gallina. Sánchez ha puesto al zorro en el corral.

Parapetado tras la pandemia, el presidente de Gobierno ha hecho política por todo lo alto: intentando ocupar el poder judicial (primer aviso de la Unión Europea); aplicando luz de gas al rey Felipe VI; logrando burlar el control parlamentario sistemático sobre el estado de alarma; poniendo a su guardia pretoriana a vigilar a la prensa crítica con la excusa de combatir las falsas noticias (segundo aviso de Europa).

Y la guinda ha venido de la mano de Bildu. Que le apoya en sus presupuestos sin que se le haya exigido que se desprenda de una vez de la mochila de ETA. Bienvenido al club. Al club que pretende un cambio de régimen desactivando la Constitución.

Para aprobar los presupuestos, Sánchez no necesitaba del apoyo de los 5 votos de EH Bildu. Porque los sacará con la mayoría de su gobierno y los socios de la investidura. Se trata, pues, de una opción deliberada.

Sin la excusa de poner al PP como la causa de que haya elegido tan inquietantes compañías. Enemigos del sistema. Sánchez necesita de Podemos. Y su vicepresidente segundo es quien va marcando los descartes. Ciudadanos, fuera.

Aunque Arrimadas insista en quedarse colgada de unos socios que la ningunean y desprecian. El entusiasmo indisimulado de Pedro y Pablo se orienta hacia el grupo de Otegi. Después de haberse trabajado la mediación con ERC.

Ciudadanos, fuera. Aunque Arrimadas insista en quedarse colgada de unos socios que la ningunean y desprecian

Hasta que los socialistas pactaron el gobierno de Navarra, Sanchez defendió no pactar con EH Bildu. ¿Qué ha cambiado desde entonces? En EH Bildu, nada. En Sánchez, bastantes cosas. Bildu sigue sin condenar la trayectoria de ETA.

Y Sánchez se mueve por la pulsión de su ambición desmesurada. Mantenerse en el poder. Al precio que sea. ¿Qué ha quedado del “suelo ético” que de forma tan insistente le exigían los socialistas vascos a los Otegi hace años en el Parlamento para deslegitimar el terrorismo? Humo.

A Idoia Mendia le parece bien que Bildu quiera hacer política institucional. Lo viene diciendo desde que su partido y Podemos negociaron con Bildu la derogación de la reforma laboral. Pero el monstruo ha ido creciendo desde que los socialistas le pusieron la alfombra en el Congreso aplaudiendo, incluso, sus intervenciones contra la derecha. Y ahora Bildu va a entrar hasta la cocina de la Moncloa de la mano de Pablo Iglesias.

Resulta inquietante que les incomode más la foto de Colón que la de Hipercor. Pero esto es lo que hay. ¿Qué dijo Otegi del atentado que sufrió el periodista López de Lacalle, por ejemplo? Que, con ese asesinato, “ETA pone sobre la mesa el papel de los medios de comunicación”.

El archivo se proyecta como una pesadilla sobre el grupo de Otegi. Podrían haberse arrepentido de su apoyo al terrorismo, con los años. Otros lo hicieron. Pero el grueso de Bildu mantiene su empecinamiento en justificar la existencia de ETA, combinando su participación en algunas ofrendas a víctimas con los homenajes de bienvenida a ex presos terroristas tratados como héroes.

Bildu mantiene su empecinamiento en justificar la existencia de ETA, combinando su participación en algunas ofrendas a víctimas con los homenajes de bienvenida a ex-terroristas

Las protestas de los barones socialistas, tan amortizadas ya por el ‘sanchismo’, solo han servido para que la Moncloa se reafirme en el blanqueamiento de Bildu.

“Todos los votos son iguales” dijeron los mismos que desprecian a Vox en el Congreso y que en el hemiciclo vasco se permiten aplicarle un “cordón sanitario”  Es el mundo al revés. No está ahora el ‘sanchismo’ para aguantar  críticas, precisamente porque ha elegido a un socio como Bildu.

Por eso, no todos los votos son iguales. No es lo mismo una coincidencia de votos  con los herederos de ETA para decidir el traslado de un solar de autobuses, por ejemplo, que pactar unos presupuestos con quienes conspiran para desactivar la Transición. La nueva mayoría está muy completita.

Con la extrema izquierda, populistas y secesionistas catalanes. Faltaba Otegi que tiene en su punto de mira al PNV porque aspira a desplazarlo en las próximas elecciones autonómicas. El aplauso de la socialista Idoia Mendia a Bildu porque está jugando a la política institucional no se sostiene.

Los propios aludidos han desvelado que quieren  “tumbar definitivamente el régimen”. Y, según les ha prometido el vicepresidente Iglesias, se implicarán en responsabilidades de dirección de Estado.  ¿Antes o después de tumbarlo? Provocaciones aparte, Sánchez e Iglesias están poniendo los cimientos para asentar tripartitos autonómicos. Con ERC en Cataluña. Pero con Bildu en Euskadi. Torres más altas han caído.