Todos somos culpables

El viernes pasado, discutía con mi amigo Pedro Lecuona en La plaza sobre la reciente polémica entre el gobierno y los bancos. Él defendía que el gobierno se equivocaba atizando a la opinión pública contra el sistema financiero cuando a la vez no le quedaba más remedio que ir soltando dinero para evitar un colapso de consecuencias imprevisibles.

Es verdad, le reconocí, que la polémica no ha podido ser más estéril e inoportuna. Lo hemos visto así en la última edición de La plaza semanal. Pero, le dije, “que no te pueda tu animadversión contra el gobierno. De los bancos están hartos, y lo han dicho de todas las maneras posibles, todos los gobiernos actuales: desde Obama a Brown, desde Sarkozy a Zapatero; todos han manifestado su profundo malestar con la manera de actuar de los protagonistas de las finanzas”.

Y es que, como hemos comentado otras veces, lo primero que deberíamos aprender de esta crisis es que la culpa está muy repartida. Los ciudadanos, las empresas… individual y colectivamente, presos de nuestra avaricia y ensoñación, creyendo que podíamos endeudarnos ilimitadamente, somos culpables.

Los gobiernos, los servidores públicos, por su actitud dimisionaria, incapaces de frenar una bola de nieve, cada vez mayor, pese a los numerosos avisos que se habían dado, han sido claros culpables.

Y del sistema financiero ya no hace falta hablar. Si hay un colectivo que ha tenido un especial protagonismo negativo en esta historia han sido ellos. El último dato es que tenían en créditos 1,9 b. de euros, respaldos por depósitos de 1,3 b.. Con esos datos, ningún banquero sensato les daría a ellos un crédito, que me parece que es lo que les está pasando.

Por cierto, les recomiendo que lean la columna de Juan Tugores publicada en La Vanguardia el pasado viernes 6 de febrero. Quizás no sea su análisis más profundo, pero rebosa mala baba y eso hoy, con la que cae, es sanísimo. Se titula “De Versalles a Davos”.