Traumas

Poder identificar el trauma, hablar de él sin miedo y conectarse con las emociones que provoca, es esencial para poder librarse del dolor

Los que hemos sufrido traumas sabemos de sobras que el dolor nos acompañará a lo largo de toda nuestra vida. Aunque haya etapas vitales en las que el trauma parezca desaparecer, basta con que suceda algo que nos conecte con nuestro monstruo, para que volvamos a revivirlo con toda su crudeza. 

Para albergar un trauma no es necesario que hayamos vivido una circunstancia especialmente grave. A veces nuestra personalidad nos lleva a experimentar de manera traumática sucesos que otras personas habrían digerido sin mayor problema. 

Los traumas que tienen su origen en la infancia son los más difíciles de racionalizar

Los niños y niñas con una sensibilidad especial tienen muchas probabilidades de que algunas situaciones se instalen en su cerebro de manera traumática. 

Desgraciadamente, los traumas que tienen su origen en la infancia son los más difíciles de racionalizar, porque están vinculados a las emociones con las que hemos crecido, y de manera indefectible, pasan a formar parte de nuestra personalidad. 

Como el trauma no siempre está vinculado a sucesos dramáticos, sino a las emociones que nos provocan determinadas vivencias, es habitual que el entorno familiar o escolar del niño traumatizado no sea consciente de su sufrimiento, y así, esa criatura se queda sola gestionando su dolor. 

Superar un trauma requiere de una actitud consciente y combativa. Poder identificarlo, hablar de él sin miedo y conectarse con las emociones que provoca, es esencial para poder librarse del dolor. 

Es una labor agotadora, porque dura la vida entera. A veces es frustrante y otras inflige un sufrimiento insoportable, pero cuando logras que el trauma no te gobierne, descubres que eres capaz de vencer todas las batallas que la vida te plantee.

El comportamiento humano

Mi personalidad hipersensible me ha dejado la marca del trauma, pero también me ha hecho entender mejor el comportamiento humano y me ha conectado de manera muy especial con las personas que quiero.

También me ha predispuesto de manera extraordinaria al placer que provocan el arte, la música y las diferentes formas que adopta la cultura. 

No elegimos las cartas con las que nacemos, pero, afortunadamente, sí podemos elegir la manera en la que las jugamos.