¿Últimas cuentas del Banco de Valencia?

Todo parece indicar que el Banco de Valencia tiene los días contados. Cuando las autoridades comunitarias aludían a la no existencia de obligaciones para salvar a todos los bancos y aseguraban que ninguna entidad financiera recibirá los fondos de rescate sin un plan a futuro que garantice su viabilidad sin subvenciones, todos pensaban en Bankia.

Pero, rápidamente la entidad presidida por José Ignacio Goirigolzarri quedaba descartada de esta eventualidad cuando, a renglón seguido, se decía que si la liquidación pudiera implicar un impacto sistémico habría intervención pública condicionada. Bankia tiene esa capacidad de impactar en todo el sistema, pero liquidar la antigua filial de Bancaja, en cambio, es asumible.

La hoja de ruta para esta liquidación –salvo que a última hora llegue una compra inesperada–, está escrita, ya que los 3.462 millones de recursos propios adicionales que necesita para su saneamiento se antojan excesivos.

De momento, ya se sabe que el despiece de la entidad empezará dentro de un mes, cuando una vez aprobado definitivamente el Real Decreto de funcionamiento del banco malo, el próximo 16 de noviembre, las entidades intervenidas por el Estado, el Banco de Valencia entre ellas, tendrán que traspasar sus activos inmobiliarios problemáticos a la nueva Sareb, la sociedad de gestión de activos procedentes de la reestructuración bancaria.

De acuerdo con las estimaciones basadas en el borrador del Real Decreto, el Frob estima que serán unos 4.500 millones los que se traspasen, aproximadamente el 90% de la exposición inmobiliaria que tiene el banco una vez reducida un 11%, más de 600 millones, en lo que va de año.

Por eso, las cuentas que acaba de presentar el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (Frob) –administrador de la entidad desde que el Banco de España la interviniera el pasado 21 de noviembre– puede que sean las últimas. Y si no lo son, las que se ofrezcan al finalizar el presente ejercicio ya poco o nada tendrán que ver con los datos contables desde el pasado 30 de septiembre.

Unas cuentas que arrojan unas pérdidas mucho más atenuadas que aquellos 876 millones en rojo existentes hace un año, una vez destapadas las artimañas de ocultación realizadas por el equipo dirigido por José Luis Olivas. Como aquellos 2.000 millones de créditos otorgados en su día para la promoción inmobiliaria y que se computaban en otras actividades para menguar la real exposición al ladrillo.

Así, y después de los múltiples ajustes de gastos realizados por el Frob, el Banco Valencia ha perdido hasta septiembre 389,4 millones de euros, con unos activos valorados en algo más de 20.700 millones de euros, 1.763 menos de los contabilizados al finalizar el pasado ejercicio. Y, aunque todos los clientes tienen garantizados el reintegro íntegro de sus depósitos, muchos no han esperado a comprobarlo, y en los primeros nueve meses de este año han reducido los depósitos en casi 600 millones.

Además de la segregación de activos inmobiliarios a la Sareb, el plan de recapitalización de la entidad pasa por redimensionar su capacidad productiva y reducir todavía más sus costes, hasta cerrar 70 oficinas y dejar la plantilla en un máximo de 485 empleados.