Un mayor crecimiento del PIB es posible
Hace días se hizo público que Moody’s subía el rating de España desde Baa3 a Baa2. Esta noticia puede ayudar a consolidar la mejora de la prima de riesgo. Entre las razones que justificaban la subida destacaba la relativa a que se había progresado hacia «un modelo de crecimiento más sostenible, con sensible mejora de la competitividad exterior y el desendeudamiento”.
Una mejora de competitividad que reside, en gran parte, en los incrementos de productividad potenciados por el proceso de devaluación interna –con notable impacto sobre los salarios– que ha caracterizado el país en los últimos años y que no esconde la debilidad de la economía española. Además, de la necesidad de retomar un crecimiento sólido para recuperar los casi cuatro millones de puestos de trabajo que el Estado ha perdido desde el inicio de la crisis.
La creación neta de empleo puede tomar cuerpo en el segundo semestre de 2014, según el Banco de España. El organismo sitúa el crecimiento cerca del 1%. Si bien, la mayoría de estudios explican que la recuperación del empleo será muy lenta y que la tasa de paro se mantendrá alrededor del 15% en 2020. Según explica el Instituto de Estudios Fiscales, los niveles de crecimiento del PIB que se alcanzaban en 2007 no se lograran hasta finales del 2017.
La mejora explicitada por Moody’s puede interpretarse en que se está en la línea correcta. Pero, a pesar de la mejoría a nivel macroeconómico, deberíamos aceptar que un escenario con elevadas tasas de paro y bajos incrementos del PIB, no es admisible. Sobre todo, en una sociedad que tiene instrumentos y recursos para acelerar el crecimiento y la generación de ocupación si consideramos la capacidad de generación de progreso científico existente, (sólo en Catalunya se elaboran el 1 por 1000 de todos los artículos científicos del mundo), y la base industrial.
En esta línea, la consultoría PwC explicaba el pasado septiembre que incrementando la inversión en I D, y la productividad por empleado, sería posible que la industria aportara incrementos adicionales del PIB próximos al 2,3%.
Aumentos de la productividad posibles si se considera que, según Eurostat, la productividad por empleado en España es 1/3 menor que la media europea. Esta mejora de la productividad obliga a mejorar los procesos; invertir en tecnología; fomentar la creación de empresas tecnológicas; y potenciar la cooperación empresarial para aumentar el tamaño de las industrias.
A la vez, debemos aceptar que existe mucho margen de actuación en potenciar la inversión en I D industrial, atendiendo que ésta se sitúa alrededor de la mitad de la media europea. Y, a la vez, hay mucho camino que recorrer para potenciar la colaboración de las universidades y centros de Investigación con las empresas. Así como alinear las actividades de I D i con las potencialidades de futuro y las capacidades industriales para convertir los avances en capacidad competitiva y progreso social.
El informe de Moody’s afirma que, a pesar de la mejora, la deuda pública seguirá creciendo hasta 2016. Sin duda, se trata de una afirmación en la línea de bajo nivel de crecimiento y alto nivel de paro. Pero ninguna previsión debería impedir cambios significativos en las políticas de desarrollo y actuación económica.
Invirtiendo en formación y en I D i, mejorando la productividad, potenciando la competencia por valor en lugar de por coste, e incentivando la cooperación competitiva, las previsiones de crecimiento pueden cambiar y el vigor económico puede llegar mucho antes.
Lograrlo o no, depende exclusivamente de las prioridades que se aplique tanto a nivel público como privado. El reto, una vez más, es atreverse, asumir riesgo y cambiar.