Un mes y medio en la basura

Nada impedía que el mismo 21 de diciembre, tras la oportuna ducha reparadora que debía ayudar a reaccionar tras la agitada noche postelectoral, las ejecutivas de los diferentes partidos con posibilidades de arrastrar y condicionar nuevas mayorías de gobierno empezaran a mantener reuniones para explorar posibles acuerdos.

Nada, ni siquiera las dudas sobre a quién le encargaría el rey intentar su investidura, lo impedía. Las consultas del monarca podían seguir su calendario y protocolo, pero mientras populares, socialistas, C’s y podemitas podían y debían de hecho haberse cruzado llamadas, organizado encuentros bilaterales para estudiar qué puntos de contacto tenían sus diferentes programas.

Pero no lo hicieron, claro. Se limitaron a dejar correr el reloj, lanzando dardos a diestro y siniestro como si aún siguieran en campaña electoral, como si la pantalla no hubiera cambiado y ninguno de ellos se hubiera dado cuenta de que ahora era el tiempo de pensar en el futuro gobierno de España, es decir, en la España de futuro que debía empezar a construirse.

Ellos siguieron a lo suyo, y así hemos consumido, todos nosotros, no sólo ellos, casi mes y medio antes de que empezaran a hablar de algo. Como si el tiempo realmente nos sobrara. Ahora se han nombrado equipos negociadores, han empezado las reuniones, pero muchos aún siguen pensando más en clave de mitin de campaña que en términos de responsabilidad nacional. 

Es más, tengo la sensación de que algunos preparan ya unas nuevas elecciones y no quieren perder demasiado tiempo en chácharas inútiles. ¡Cómo contener la impaciencia de Podemos a la vista de los datos que arrojó el CIS este viernes! ¡Cómo sofocar el vértigo que aqueja a Rajoy, al que cada día que pasa se le agregan dificultades y malos augurios a la continuidad de su carrera política!

Sólo Pedro Sánchez y Albert Rivera parecen tener un interés real en que del período ahora apenas iniciado salga un gobierno, un acuerdo aunque mínimo que salve tanto el futuro del actual secretario general socialista como despeje y de tiempo a que la formación naranja se asiente en el panorama político español y digiera ese salto de 0 a 40 diputados.

Los otros, quizás prefieran, seguir echando minutos a la basura antes que definir una estrategia que vaya más allá del próximo telediario.