Una competencia, una administración
¿Puede España soportar el coste de 17 comunidades autónomas? La respuesta, la mía, es un no rotundo y categórico. Hay tres autonomías históricas: Galicia, Cataluña y País Vasco, que son las únicas que deberían existir, aunque el mapa de las comunidades autónomas se eleva a un total de 17, más dos ciudades autónomas. 17 asambleas legislativas, 17 defensores del pueblo,17 tribunales de cuentas, etcétera. O lo que es lo mismo, todo multiplicado por 17 a cuenta de nuestros impuestos.
¿Dónde queda la eliminación de las empresas públicas de los entes autonómicos? Sólo se han eliminado dos de estas empresas de un compromiso de seiscientas, y es únicamente una responsabilidad de los gobiernos autonómicos practicar la eliminación de las mismas.
El mapa de las 17 autonomías se formó entre los años 1979 y 1983 siendo en 1995 los últimos estatutos aprobados, los de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla. ¿Y cómo es su financiación? Pues esta se agrupa en tres líneas: tributos que han sido totalmente cedidos a las comunidades, impuestos compartidos entre el Estado y autonomías (caso del IRPF y IVA), y un último paquete compuesto por los impuestos especiales de los cuales casi la mitad van a las comunidades autónomas, y a mayores el fondo de suficiencia, que es una financiación adicional. Todos deberíamos conocer estos datos para saber el destino de nuestros dineros, y realmente conocer dónde se diluyen nuestros impuestos sin que originen retorno ninguno a nuestra calidad de de vida.
El estado de las autonomías provocó una descentralización que, a día de hoy, nos ha metido en problemas muy graves económicamente hablando, y no porque estuviera mal diseñado, si no porque las autonomías han estado mal coordinadas y algunas muy mal gestionadas, repercutiendo negativamente e indirectamente en las cuentas del Estado, o lo que es lo mismo, en la de todos los españoles.
Hace pocos días la vicepresidenta del Gobierno manifestaba que algunas autonomías no podían hacer frente a sus vencimientos, enfatizando en los graves problemas económicos y de financiación que atraviesan en su mayor parte, y poniendo en evidencia el déficit galopante que arrastra a la mayoría de comunidades. Subimos el IVA, pero seguimos manteniendo duplicidades; nos cargamos el sector de la vivienda, pero continuamos manteniendo 17 gobiernos paralelos con toda su parafernalia; predicamos austeridad y control de gasto, pero a la vez solicitamos más autogobierno, y aquí hay que recordar que el objetivo del déficit es obligatorio para todas las autonomías, y que si se rompe la baraja se rompe para todos por igual, aunque a algunos las orejeras no le permitan ver más allá.
Mi ultima reflexión es para recordar aquella obra literaria escrita por el ya fallecido periodista Fernando Vizcaíno Casas y que se titula ‘Las Autonosuyas’, que contiene una sátira feroz sobre los despropósitos de los entes autonómicos, comportamientos que han pasado de lo virtual a lo real en los últimos años en demasiadas partes y demasiadas veces en nuestro país. Espero y deseo que la responsabilidad y la coherencia prime por encima de cualquier interés y color político, por nuestro bien y el de los demás.