Una estrella azul

A Casado le ha faltado brillo. La luz la puso Ayuso. Con ella arrasó en las elecciones autonómicas de Madrid, derrotó al aparato del Gobierno de Sánchez, o evitó que los comicios de Castilla y León fueran un fracaso estrepitoso para el PP

El PP es una supernova que ha explosionado y de la que ha nacido una estrella azul. Isabel Díaz Ayuso sabe que es ella la llamada a llenar ese espacio con su luz. Pero juega a no parecer fugaz y a llevar la contraria a Pablo Milanés. Dice que no se va a presentar como candidata en el futuro Congreso Nacional del PP, pero no le va a quedar más remedio si al final los afiliados y votantes exigen que les bajen esa estrella azul. Nadie participa de una explosión galáctica de la política para quedarse luego en la otra cara de la luna. Tendrá que decir lo contrario de lo que dice ahora. Pero hace mucho que eso ya no importa en nuestro país.

En los intercambios de mensajes en las redes, a propósito de la guerra abierta en el PP, un seguidor de Twitter definía a Isabel Diaz Ayuso como “el pegamento que cohesiona todos los partidos: la expectativa de victoria”. Era la respuesta que daba a otro mensaje que yo había puesto minutos antes sobre la presidenta de la Comunidad de Madrid. “Una mujer que ha doblado el brazo a Sánchez y al aparato de un partido volcado contra ella. No sé qué más tiene que demostrar”.

Si para conseguir las mismas metas que un hombre una mujer tiene que trabajar el doble, habría que decir que para una mujer de derechas es el triple. Ya saben, es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio. Y sobre Ayuso hay muchos. Prejuicios, digo. Y quizá es la reacción lógica contra alguien que demuestra no tenerlos. La firmeza en los principios, equivocados o no, la convicción de estar en el lado correcto de las cosas y la insumisión a las reglas de la izquierda convierten a esta mujer en un peligro.

La crisis de la derecha española viene de lejos. Hay quien la sitúa en 2004, con la forma en que Zapatero llegó al poder tras el 11-M. Las posteriores victorias de Rajoy no trajeron la solución al problema de fondo. Lo demuestra la aparición de Vox. Y tampoco parece que Pablo Casado sea el líder definitivo capaz de sacar a Pedro Sánchez de la Moncloa. Bien al contrario. Su choque mortal contra Isabel Díaz Ayuso se asemeja a esos fenómenos galácticos en los que tras la explosión de una supernova nace una nueva estrella.

Pablo Casado junto a Isabel Díaz Ayuso en el acto de cierre de campaña a la presidencia de la presidencia de la Junta de Castilla y León. EFE/Nacho Gallego

Nadie le pidió a Casado que bajara una estrella azul, solo le pidieron que llenara un espacio con su luz. Pero al presidente del PP le ha faltado brillo. La luz la puso Ayuso. Con ella arrasó en las elecciones autonómicas de Madrid, derrotó al aparato del Gobierno de Sánchez, acabó con la carrera política (al menos pública) de Pablo Iglesias y evitó que los comicios de Castilla y León fueran un fracaso estrepitoso para el PP.

La estrella había nacido. Pero algunos creyeron que era fugaz o, como mucho, que giraría ordenadamente y sin colisiones en la órbita del sistema solar de Génova. Pero su luz se ha mantenido o incluso se ha hecho más intensa. Así lo percibe mayoritariamente el electorado conservador, necesitado de una señal clara y firme que seguir. El votante del PP no necesita lecciones de ética, transparencia y buenas prácticas. No más que el votante de cualquier otro partido. El del PP lo que viene reclamando es un líder como el que hay en cualquier partido de izquierdas. Uno al que nunca le temblarán las piernas cuando le llamen corrupto.

Los medios podrán sacar en sus portadas y abrir sus informativos con los contratos del hermano de Isabel Díaz Ayuso y las supuestas irregularidades en su concesión, pero no servirá de nada, mejor dicho, aumentará su fuerza. El seguidor de Ayuso está dispuesto a darle su voto aunque se demuestre que su hermano es Jack el destripador. Y lo harán porque esta mujer es la luz que llena el espacio de este electorado. El de los que están hartos de que se persigan implacablemente las supuestas irregularidades de unos pero se guarden en los cajones del olvido las de otros.

Si se puede llegar a la Moncloa diciendo una cosa y la contraria las veces que haga falta. Si hay miles de contratos del Gobierno sin aclarar hechos durante la pandemia. Empresas afines y cercanas a familiares y amigos de ministros y ministras favorecidas durante ese periodo. Investigaciones por irregularidades que afectan a las parejas de altos cargos del Gobierno, a la alcaldesa de Barcelona, etc. No es raro por lo tanto que muchos ciudadanos hayan llegado a la conclusión de que en España no es tan importante el delito que se comete como quién lo comete.

Tras la explosión de una supernova nace una nueva estrella

Hace tiempo que el nivel de exigencia moral y ética hacia la clase política de nuestro país se quedó en nada. Muchos ciudadanos confiaban en el papel corrector que los medios de comunicación podían ejercer en este terreno, pero se han llevado un chasco. Se destaca lo que interesa y se oculta lo que conviene. No por criterio periodístico sino empresarial. Y el ciudadano se ha dado cuenta. Así que ya no se fía tanto de lo que dicen los medios como de lo que le señala su instinto. Y a muchos, claro, el instinto les dice que Ayuso es un peligro y una amenaza. Porque con su luz llena un amplio espacio que prefieren mantener en penumbra. Y esto es lo que precisamente la convierte para otros en una esperanza y una ilusión.