Unidad o división

En política todas las cautelas son pocas y, sin embargo, hay ocasiones en que uno debe aceptar el abrazo del oso para sobrevivir

La política española lleva años trabajando para convertir la unidad en un bando político. La unidad como expresión de consenso, búsqueda de diálogo y capacidad de acuerdo. Se apela a ella para superar problemas políticos, sociales o económicos. La unidad rechazada es considerada una deslealtad o falta de patriotismo. El carácter benéfico de la unidad es que diluye toda divergencia en favor de un bien superior que trasciende a las ideologías.

Hay otra facción que ha comprendido que la mejor forma de llegar al poder es consiguiendo que la división gobierne los destinos de un país, para conseguir llegar a gobernar. Plasmar la división es haber derrotado la capacidad de movimientos del gobierno.

Se busca la división del gobierno de coalición y de ésta con sus  socios parlamentarios. No es una novedad que quien gobierna busque el bálsamo de la unidad y el que esté en la oposición busque evitar que ésta se produzca. Son estereotipos políticos tan arraigados que nadie puede confundir a sus actores cuando éstos actúan.

Nos encontramos, una vez más, con motivo de la crisis de coronavirus, ante una representación de intento de generar unidad o crear división en la política española.

Lo que es una novedad en estos momentos es que la búsqueda de la unidad, sea una táctica o una estratagema política por parte del gobierno de Pedro Sánchez, se hace necesaria para abordar la crisis sanitaria y económica.

La cuestión que debe resolver la derecha española es favorecer la unidad sin perder la capacidad de oposición al gobierno. Se trata de conseguir no quedar atrapados en la tela de araña de la unidad que ha tejido el gobierno de Sánchez.

En política todas las cautelas son pocas y, sin embargo, hay ocasiones en que uno debe aceptar el abrazo del oso para sobrevivir. Es mejor caminar con tu enemigo político cerca en situaciones sociales tan extremas y excepcionales que quedarse solo mientras las patronales, sindicatos y partidos políticos se van sumando a la llamada de la unidad. 

Por otra parte, contribuir al consenso sobre un asunto tan grave como es enfrentarse al coronavirus no debería generar ninguna duda a la hora de intentarlo. El miedo a quedar atrapado por la estrategia del consenso diseñada por el gobierno de Pedro Sánchez para lograr la ilusión de una unidad sólida e inquebrantable bajo su liderazgo no debería paralizar al PP para explorar acuerdos que puedan beneficiar al conjunto de los españoles.

En definitiva, qué importancia tendrá haber aceptado el juego de Pedro Sánchez si, gracias a ello, se logran mejores resultados contra el coronavirus y, si no se logran, qué impide señalar al arquitecto de los pactos por haber sido incapaz de cumplirlos.