¿Y ahora qué?

"La nueva infección afectará, como casi siempre lo hace, a los más débiles, que no son otros que los autónomos, las microempresas y las pymes"

Aún sangrando las heridas después de esta trágica debacle, dónde muchas personas han perdido a sus padres, madres, hijos, hermanos… y a sus amigos, agravado por el hecho de que, en la mayor parte de los casos, no han podido despedirse de ellos ni antes ni después de su fallecimiento. Y todavía con el maldito virus pululando por toda nuestra sociedad, tememos la llegada de la otra pandemia consecuencia de la primera, que ya está empezando a dar sus primeros coletazos.

Con una reincorporación paulatina en ciernes, la nueva infección afectará, como casi siempre lo hace, a los más débiles, que desde el punto de vista económico, no son otros que los autónomos, las microempresas y las pymes. Los autónomos, que como todo el mundo sabe, al igual que Superman, poseen propiedades que los hacen seres extraordinarios. Son los últimos en ponerse enfermos, solo cobran cuando facturan, siempre, y digo siempre, les vaya bien o les vaya mal, tienen que pagar los impuestos.

Los autónomos serán los primeros que se va a llevar por delante la pandemia económica, que como un castillo de naipes derrumbará el tejido, por otro lado tan importante, de las microempresas en España.

«Los autónomos serán los primeros que se va a llevar por delante la pandemia económica»

Que vamos a decir del sector turístico, uno de los motores de nuestra economía, donde los actores principales ya dan el año por perdido. El sector de la hostelería, que arrastra otros muchos sectores paralelos que sufrirán esta tempestad que ya ha dado sus primeros embates, mientras que lo peor está por llegar en las próximas semanas. Y como resultado de todo esto, más paro y más pobreza, plano donde los autónomos vuelven a perder la guerra al no tener ninguna prestación por el cese de su actividad.

Ojalá me equivoque, pero esta segunda parte de la epidemia agravará los síntomas y el desenlace de algo, que ya veíamos venir y que unos le empezaban a llamar desaceleración, y otros directamente se referían a ella como una nueva crisis.

Ahora solo faltaría que dentro de unos meses nos empezaran a hablar de brotes verdes y entonces es cuando nos tendremos que sentar en nuestro salón, si todavía lo tenemos, a ver por enésima ver la película: “El día de la marmota”, donde el protagonista de manera reiterada volvía a revivir una y otra vez un mismo día. Y a posteriori, continuaríamos viendo una vez más la maravillosa película de Tony Scott, protagonizada por Denzel Washington: “Déjà vu”, donde el personaje intentaba volver al pasado para evitar lo que en condiciones normales es absolutamente inevitable.

Esta segunda parte que nos asalta con el peor gobierno posible, en el peor momento posible, y que reitero que, estaría encantado de equivocarme, sembrará el camposanto económico de cadáveres, básicamente por fallecimiento de los más débiles que no son otros que los autónomos.

Intento predicar con el ejemplo de aquello que hace unos años me dijo un viejo empresario. Dijo que me dejara de política y me dedicara a mi empresa, pero con tantas bajas entre los nuestros, me saltan todas las alarmas, y me dan ganas de ponerme a largar a diestro y siniestro, y darles a algunos lo que verdaderamente merecen. Pero creo que, sinceramente, desde mi humilde posición, poco puedo hacer, así que prefiero dedicar mis esfuerzos a intentar ayudar a paliar la debacle que se nos viene encima, tratando de inventar sistemas que nos permitan sobrevivir, para que se destruya la menor cantidad de empleo, y que la herida sangre lo justo y necesario. Debemos conseguir que esta hemorragia destruya las menores vidas empresariales posibles.

Es de justicia solidarizarnos entre todos los empresarios, esta vez, de abajo a arriba. De los muy pequeños a los no tanto. Soportémonos unos a otros, ya que en esta guerra que vamos a librar, los únicos aliados somos nosotros mismos.