Y de repente apareció el Estado

Los dirigentes del movimiento independentista se han sorprendido por la existencia del Estado, que ha aparecido en Cataluña cuando se le creía desaparecido

Si todo lo que no se genera en Cataluña viene desde “el estado español”, para evitar la palabra España – “juega la selección del Estado contra…”– cuando el Estado aparece en Cataluña con determinación, entonces causa una gran sorpresa. Y es que no se tenía conocimiento de la existencia de un estado que se protege, porque se debe al conjunto de los ciudadanos que forman parte de él. Es lo que ha pasado ahora en Cataluña respecto al soberanismo, que critica con dureza las medidas que se han tomado, desde la aplicación del artículo 155 de la Constitución, a las medidas cautelares por parte de la Audiencia Nacional que han comportado el ingreso en prisión de los exconsejeros de la Generalitat. Puede haber excesos y se verá a partir de la decisión del Tribunal Supremo de agrupar toda la causa, pero el hecho es que sorprende la sorpresa que ha causado –con el correspondiente enojo– de que el Estado haya decidido actuar.

López Garrido constata que Cuixart y Sànchez incurrieron en el delito de sedición

El programa 30 minuts de TV3 analizó el pasado domingo las decisiones judiciales relacionadas con el proceso soberanista. Y lo hizo contrastando las opiniones, con juicios de expertos de distinto signo. Fue un buen reportaje. Uno de los entrevistados fue Diego López Garrido, ponente en el debate en el Congreso sobre el llamado código penal de la democracia. López Garrido, como diputado de Izquierda Unida –se integraría posteriormente en el PSOE– introdujo en el Código Penal de 1995 una enmienda según la cual el delito de rebelión, para considerarse como tal, debía conllevar violencia. A eso se acoge el independentismo, que insiste en que el propio autor de la codificación de ese delito considera que sin violencia no puede haber rebelión, que es por lo que se acusa a Oriol Junqueras y al resto de consejeros, que permanecen en prisión tras las medidas cautelares dictadas por la juez Carmen Lamela.

Pero el propio López Garrido consideró, en el programa de TV3, que sí vio otros delitos, como el de sedición en actos como los que protagonizaron Jordi Sànchez y Jordi Cuixart, expresidentes de la ANC y de Òmnium Cultural. “A mi me parece que sí se pueden encuadrar en la sedición”, precisó, respecto a la concentración “tumultuaria” frente al departamento de Ecomomía, que fue “un acoso” a los cuerpos de seguridad y a las autoridades judiciales que pretendían cumplir sus funciones.

Jordi Cuixart asume que no tenía ni idea de lo que es el delito de sedición o de rebelión

Todo eso no lo quiere ver el soberanismo, que se empeña en cerrar los ojos ante lo que se vivió a lo largo del mes de septiembre, y que culminó con la proclamación de la república catalana el día 27 de octubre.

¿Por qué? No por maldad, no por una estrategia huidiza. Más bien porque no se ha sido consciente de lo que el Govern pretendía, ni de los pasos que se iban tomando. Una de las pruebas se muestran en el mismo reportaje de TV3. Jordi Cuixart, entrevistado mientras viaja a Madrid, en el AVE, asume que no tenía ni idea de lo que significaba el delito de sedición o de rebelión, ni siquiera que esos delitos existían.

Es decir, se ha actuado sin saber qué consecuencias podían tener los pasos que se iban dando, en gran medida porque se ha dado por supuesto que el Estado era poco más que una entelequia, y que no tomaría en ningún momento las medidas propias de un estado de derecho.

Las amplias clases medias catalanas han interiorizado que nunca pasa nada

El problema de fondo en Cataluña es que todo se relativiza, todo parece posible y siempre se puede uno tomar una pausa y llegar a un acuerdo. Eso está bien como actitud en la vida, pero también hay que asumir las responsabilidades, saber qué se puede hacer y qué no.

Y, por muchos factores, que se deberán analizar en el futuro, las amplias clases medias que han apoyado el proceso soberanista, las que no dudan en movilizarse frente al departamento de Economía tras la llamada de Sànchez y Cuixart, han interiorizado que no pasaba nada, que el estado era una broma, que el estado sólo aparece cuando juega la selección ‘estatal’ de fútbol.