Y Donald Trump volvió a perder  

Trump, huyendo de la prudencia que se presupone a un ex-inquilino de la casa blanca, trató de convertir estas elecciones en un referéndum sobre su figura

Han pasado ya más de veinticuatro horas desde el cierre de colegios en Estados Unidos – hay que ver qué lentos son estos chicos contando votos – y aún sin tener los resultados finales, ya podemos sacar una conclusión vuelapluma, y esta no es otra que si bien no podemos saber todavía quién es el ganador, ya conocemos perfectamente quién es el gran derrotado: el ex-presidente Donald Trump

Trump, huyendo de la prudencia que se presupone a un ex-inquilino de la casa blanca y sobre todo de forma ventajista  – normalmente los presidentes electos son vapuleados sin compasión en las elecciones legislativas posteriores- trató de convertir estas elecciones en un referéndum sobre su figura que sirviera para proyectarse como candidato presidencial dentro de dos años tras su humillante derrota frende a Joe Biden. 

Así y subido a lomos de unos sondeos que preveían una holgada victoria republicana sobre los demócratas en la multitud de elecciones que se celebraron el martes, se recorrió prácticamente todo el país pronosticando una supuesta “ola roja” (el rojo es el color del partido republicano en EE.UU) que iba a barrer a los demócratas tanto de la cámara de representantes como del senado. Error. 

Pues bien, con los datos de los que disponemos a esta hora ya podemos afirmar que de “ola roja” republicana, nada de nada, a lo sumo una corta victoria -aún no confirmada a cien por cien- en la cámara acompañada por una casi segura derrota en el Senado, una cámara en la que es altamente probable que los demócratas del presidente Joe Biden sean capaces incluso de ampliar la ventaja de la que ya disponían. Todo un éxito para unos demócratas que partían en esta elección como víctima propiciatoria y que han demostrado una insospechada capacidad de resistencia. 

El expresidente de los Estados Unidos Donald Trump. EFE/EPA/CRISTOBAL HERRERA-ULASHKEVICH

Evidentemente nada de esto ha impedido que Donald Trump, inasequible al desaliento (y a la realidad) por naturaleza, haya salido a celebrar ya su victoria en las redes haciendo propias las de los republicanos electos y olvidándose tontamente de los que han caído en la cuneta, que son legión, pero los resultados son tan obstinados que a pesar de que ninguna -insisto, ninguna- elección legislativa haya sido determinante para las presidenciales subsiguientes, es muy posible que algún avispado estratega del GOP comience a sospechar que a lo mejor – solo a lo mejor- el señor este tan simpático del pelo anaranjado les aporta entre los votantes más radicalizados lo que les resta entre los moderados, es decir, que salen lo comido por lo servido. 

En resumen, un serio varapalo para la estrategia trumpiana de volver a la Casa Blanca en loor de multitudes y sin contestación interna alguna  ya que además quien se presume que pueda ser un serio rival en las primarias del partido del elefante, Ron de Santis, ha arrasado en sus elecciones a gobernador en el estado de Florida. 

¿Palomitas?