El batacazo electoral arrastra al PSOE a su batalla final

La presión de los barones socialistas se intensificará tras los resultados en Galicia y País Vasco para facilitar la investidura de Rajoy y evitar unas terceras elecciones que podrían ser letales para el partido

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Los días de Pedro Sánchez como secretario general del PSOE y candidato a la Moncloa se acortan. El descalabro de sus candidatos en Galicia y País Vasco dejan a Sánchez al borde del precipicio, aunque las dos autonomías tienen una dinámica propia, y pese a que en Euskadi el PSE podrá ser, de nuevo, el socio del PNV, aunque el lehendakari Urkullu tendrá margen para lograr acuerdos a diferentes bandas.

Los resultados no iban a ser determinantes, porque el malestar ya es muy intenso en el seno del PSOE, pero el descenso electoral ha sido particularmente doloroso en Euskadi, donde el socialista Paxti López fue lehendakari entre 2009 y 2012. Con la pérdida de siete diputados, de 16 a 9, los socialistas vascos se quedan en una posición muy delicada, pendientes de que el PNV quiera contar con ellos. En Galicia ha sido peor, porque el PP ha revalidado la mayoría absoluta con 42 escaños, y En Marea supera a los socialistas gallegos en votos, aunque empaten a 14 escaños.

El temor de los barones

La lectura de Sánchez en los últimos días era que las elecciones vascas y gallegas debían ser interpretadas en clave autonómica, pero pendientes de cómo evolucionara el apoyo a Podemos. Y las versiones gallega y vasca del partido de Pablo Iglesias, que tienen un componente propio, han desbordado a los socialistas. Es lo que temían los barones territoriales del PSOE, que aseguran desde hace semanas que el partido no puede concurrir a unas terceras elecciones, y, sin la posibilidad real de tejer una alternativa a Mariano Rajoy, sólo queda la opción de una abstención cuando el líder del PP lo intente de nuevo en las próximas semanas.

La fecha del 25 de septiembre era clave. Ahora el PSOE ya tiene los resultados. Este lunes Sánchez ha convocado la permanente de la dirección ejecutiva, en la que estará presente su equipo más estrecho. No será todavía el momento de tomar decisiones, salvo el lamento por la mayoría absoluta de Nuñez Feijóo en Galicia, que se convierte en el posible relevo de Rajoy para un gobierno de España.

Sólo Iceta y Armengol, con Sánchez

Sin embargo, los reproches en las próximas horas se harán más evidentes. Emiliano García-Page, el presidente de Castilla-La Mancha, pese a que gobierna con Podemos, y el presidente de Aragón, Javier Lambán, tienen claro que no quedan más opciones que una abstención, aunque, es cierto, nadie públicamente aboga por esa salida. En esa tesitura está también Guillermo Fernández Vara, el presidente extremeño. Y la presidenta de Andalucía, Susana Díaz. Sólo Miquel Iceta, primer secretario del PSC sigue pensando que no se puede facilitar de ninguna manera la investidura de Rajoy, y así lo demostró en una actuación que ha causado perplejidad en el seno del PSOE en la fiesta de la rosa este sábado en Gavà, junto a Pedro Sánchez.

Otro apoyo de Sánchez es Francina Armengol, la presidenta de Baleares. El momento será el comité federal del próximo sábado. Los mismos que protegen a Sánchez, el equipo de la calle Ferraz, en Madrid, reclaman que los que deseen facilitar la investidura Rajoy se pronuncien ese sábado. Será el mejor espacio, al que están invitados como miembros de ese comité, –aunque no suelen ir—los ex presidentes del gobierno, como el propio Felipe González o Rodríguez Zapatero.

La treta de Sánchez

La estrategia de Sánchez es acelerar el proceso para convocar el congreso que debe elegir al próximo secretario general. Con unas primarias a mediados de octubre, Sánchez querría que ese congreso se celebrara en diciembre, antes de unas posibles terceras elecciones, para retener su condición de candidato. Pero esa fórmula provoca verdadera urticaria.

El problema del PSOE será cómo aborda una posible sustitución de Sánchez. Y quien encabezará el partido aunque sea de forma transitoria.

Sánchez tiene capacidad para ganar tiempo, y forzar esas terceras elecciones, que, vistos los resultados en Galicia y País Vasco, podrían resultar catastróficos, aunque sea cierto que las dos comunidades tienen un comportamiento electoral propio.

A expensas del PNV

Lo mejor para Sánchez, lo que deseaba desde hace semanas, es que otras fuezas políticas hicieran su trabajo, y permitieran la investidura de Rajoy. Es el caso del PNV, que con cinco diputados en el Congreso daría prácticamente vía libre a Rajoy –le faltaría sólo un diputado–. Pero los nacionalistas vascos no tienen por qué hacerlo. Se sienten libres en Euskadi, pueden pactar con quien quieran, aunque prefieren a los socialistas, con quienes gobiernan en las diputaciones forales.

El reloj ahora empieza a correr. Pedro Sánchez se enfrenta a la hora de la verdad. En el PSOE le esperan.

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