Forn no quiere ser un mártir: dice al Supremo que todo fue un farol

El exconseller de Interior niega que él, el Parlament o el Govern dieran un solo paso hacia la independencia, y remarca que la DUI era un simulacro

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En las antípodas de la estrategia de Oriol Junqueras de abonarse a la máxima de que la mejor defensa es un buen ataque, el exconseller de Interior, Joaquim Forn, en línea con la actitud ya exhibida por su abogado, Javier Melero, se entregó durante su declaración a dar explicaciones exhaustivas para dejar claro que nunca movió un dedo como conseller para posibilitar el referéndum del 1-O ni tampoco para dar el más mínimo paso hacia la independencia.

Forn sí coincidió con Junqueras en considerar que la organización del referéndum no constituyó ningún delito, pero ahí acabaron las similitudes entre ambas comparecencias. De hecho, Forn solo se negó a responder preguntas de la acusación particular de Vox, pero sí se sometió a las del fiscal Fidel Cadena y de la abogada del estado Rosa María Seoane, a diferencia del exvicepresidente catalán, que rechazó ser interrogado por cualquiera de las acusaciones.

Pero, más allá de esa disponibilidad, Forn, cuando le tocó el turno a su abogado, puso el énfasis en dejar claro que el intento de secesión escenificado el 27 de octubre de 2017 no pasó de una impostura, y que, a la hora de la verdad, ni el gobierno de Carles Puigdemont ni los partidos independentistas cumplieron con ninguno de los compromisos adquiridos con sus seguidores.

Junqueras apenas había apuntado levemente en esa dirección durante su intervención cuando se refirió a la declaración de independencia del Parlament del 27-O como a una herramienta más al servicio de una estrategia de negociación. Pero, instado por su abogado, Forn abundó a fondo en la misma.  

Mossos sin instrucciones

El exconseller insistió en que, pese a que promovió políticamente el referéndum, su departamento no dio un solo paso para posibilitarlo, ni pidió en ningún momento a los Mossos d’Esquadra que renunciaran a sus funciones como policía judicial, en virtud de las cuales tenían órdenes de impedirlo. Y también aseguró, como también había hecho el exvicepresident, que no hubo dispendio público alguno destinado al 1-O.

Pero además, guiado por Melero, Forn remarcó que, tras la disolución, por orden del TC, de la sindicatura electoral prevista en las leyes de desconexión para tutelar el referéndum, ni el Govern ni el Parlament hicieron nada al respecto. Y tampoco tras el 1-O, ignorando también entonces las previsiones que incluían dichas leyes, ya suspendidas por el Constitucional. 

Aunque en lo que más insistió fue en que la DUI del 27-O fue un simulacro. Forn admitió que la declaración de independencia, en realidad un texto que el día 10 de aquel mismo mes habían firmado en el edificio del Parlament pero fuera del hemiciclo los diputados de Junts pel Sí y la CUP, formaba parte del preámbulo del texto que se votó, y no de su parte dispositiva, integrada por dos resoluciones: una contraria a la aplicación del 155 y otra que instaba a la Generalitat a iniciar un «proceso constituyente» que nunca se activó.

También a respuestas de su abogado, Forn remarcó que, tras la aprobación del texto, no pasó nada en el hemiciclo que pudiera hacer pensar a nadie que se había producido el nacimiento de un nuevo estado y recordó que las resoluciones aprobadas nunca se llegaron a publicar en el Diario Oficial de la Generalitat de Catlaunya (DOGC) ni en el Boletín Oficial del Parlament, porque solo era «una declaración política». Y, por lo que respecta a la aplicación del 155, apuntó que nadie, ningún miembro del gobierno ni tampoco ningún alto cargo, opuso la más mínima resistencia a la intervención de la Generalitat.

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