¿Investidura? Ni cuándo, ni cómo, ni quién

El aplazamiento de la sesión de investidura siembra el desconcierto en el Parlament. Nadie sabe si la cuenta atrás para unas nuevas elecciones está en marcha

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«Estamos en el terreno de lo desconocido». Los partidos catalanes no saben a qué atenerse después del aplazamiento de la sesión de investidura dictado este martes por el presidente del Parlament, Roger Torrent. ¿Cuándo debe celebrarse la sesión de investidura? ¿Hay una fecha límite? Nadie sabe responder a ciencia cierta estos interrogantes y, por tanto, nadie se atreve a confirmar con rotundidad si la cuenta atrás de dos meses para la convocatoria automática de elecciones se ha puesto en marcha tras la decisión de Torrent de posponer el pleno.

¿Ha fallado el primer intento y, por tanto, se ha activado el plazo límite de dos meses que marca la ley para el segundo intento? «Todo lo que está ocurriendo ahora no está previsto en ningún reglamento, ni en ninguna ley. Lo único que podemos hacer esperar a que los letrados del Parlament hagan un informe sobre la cuestión y que todo el mundo acepte sus conclusiones», dicen en el PSC.

Esperar el mencionado informe suscita unanimidad por diversas razones: porque permite ganar tiempo (a los independentistas) y porque permite pisar terreno firme (a los que dudan sobre el momento procesal). Pero los servicios jurídicos de la Cámara catalana no piensan darse prisa, ya que antes van a esperar a que el Tribunal Constitucional (TC) resuelva las alegaciones presentadas por el propio Parlament respecto a las medidas que adoptó sobre la investidura de Puigdemont. El TC condicionó su investidura a dos aspectos: su presencia en el Parlament y la autorización previa del Tribunal Supremo (TS). Y el Parlament ve en estas medidas una invasión de su autonomía que trata de revertir.

Aunque la decisión tomada consiste en esperar que el TC vuelva a tomar la palabra, nadie pierde de vista el episodio del tamayazo en 2003, que acabó derivando en una repetición de elecciones. La Asamblea de Madrid preguntó al Consejo de Estado en qué momento comenzaban a correr los plazos para activar la convocatoria automática de elecciones y obtuvo esta respuesta: «El intento frustrado de formalizar la propuesta de un candidato en el plazo establecido de quince días equivale a la primera votación de investidura en la que un candidato no hubiera obtenido la confianza de la Asamblea”. Es decir, que en aquel momento el intento fallido de investidura sirvió para activar la cuenta atrás para una convocatoria automática de elecciones.

Situación de bloqueo

Lo que está claro es que Torrent no quiere exponerse a ningún castigo judicial y, por tanto, no piensa forzar el reglamento para complacer a Puigdemont. El presidente del Parlament quiere andarse con pies de plomo y, por el momento, va a congelar la situación. No hay nuevos vértigos a los que someterse esta semana porque no hay reunión de la Mesa hasta el próximo martes. La situación es de bloqueo y Torrent no va a tomar la iniciativa para superar esta inédita decisión sin hacerse con una hoja de ruta con garantías jurídicas.

Mientras el presidente del Parlament trata de hacerse con una brújula para guiarse en este inicio de la legislatura, los partidos independentistas intentan firmar un alto al fuego en la guerra que mantienen. Este miércoles retomaron las negociaciones para pactar un acuerdo-programa de cara a los próximos años. Se reunieron en el Parlament con el objetivo de escenificar que hay margen para reconducir el estallido del conflicto. Pero ninguno de estos acuerdos sirve para resolver el verdadero problema: ¿Va a ser Puigdemont el candidato? ¿Cuándo y cómo?

Aunque hay un intento por encauzar la situación, persisten las acusaciones cruzadas. ERC no quiere asumir en solitario la culpa de la investidura fallida y culpa al Pdecat de querer zancadillear, en realidad, a Puigdemont. La dirección del Pdecat se desespera. «Si fuera por nosotros, Puigdemont ya estaría investido. Ni Marta Pascal ni David Bonvehí ni nadie de su equipo ha conspirado para hacerle nada al presidente. Otros no pueden decir lo mismo», subrayaron fuentes próximas a la cúpula del Pdecat.

 

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