Esto es todo lo que pierde Convergència sin grupo en el Congreso

El partido nacionalista se queda sin presencia en los debates y sin unos tres millones de euros, una "represalia política", según el diputado Francesc Homs

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Convergència perderá en el Congreso más que los casi tres millones de euros en subvenciones. Pierde presencia y un intangible: el valor de haber sido una voz determinante en la política española, que se apaga a medida que se alza el grito independentista en Cataluña.

Convergència pasa por los peores momentos de su historia. De los discursos de Miquel Roca, de Joaquim Molins o de López de Lerma, o de Josep Antoni Duran Lleida, –cuando todavía era CiU– se pasará a breves intervenciones en el grupo mixto junto a los partidos canarios y Bildu.

Con grupo propio se tiene acceso a todas las comisiones parlamentarias. También se tiene presencia en la Diputación permanente –el parlamento en pequeño cuando no está en periodo de sesiones– y en la Junta de Portavoces que ordena el debate parlamentario.

Sin capacidad de controlar al Gobierno

Con grupo propio se dispone de tiempo parlamentario, algo que no ocurre en el grupo mixto, donde se reparten los escasos minutos, y la presencia en las comisiones. Pero, además, tener grupo propio permite preguntar al presidente y a los ministros en las sesiones de control. Y se puede presentar proposiciones no de ley en los plenos. Es decir, se escucha una voz propia, que ahora Convergència perderá.

Eso es el valor político, que tiene que ver con la imagen y la traslación del mensaje a la opinión pública. Luego llega la parte estrictamente económica.

Para hacerse una idea, si se tiene en cuenta sólo los meses transcurridos en la última legislatura, la que se inició con las elecciones del 20 de diciembre y acabó con las nuevas elecciones del 26 de junio, las fuerzas políticas que sí tuvieron grupo propio, con Convergència en ese periodo, lograron una subvención de 28. 597 euros mensuales, y otra de carácter variable, en función del número de diputados, que asciende a 1.645 euros mensuales por escaño.

Sin 3,5 millones de euros

Si se tiene en cuenta esa proporción, a lo largo de cuatro años, Convergència habría recibido unos dos millones de euros. Pero hay más: si se tiene grupo propio se puede cobrar el gasto realizado por el envío de propaganda durante la campaña electoral. En el caso de Convergència, se gastó 1,5 millones de euros, que ahora podría haber recuperado. Pero no será el caso.

La cuestión es que perder el grupo propio le puede costar al partido que lidera Francesc Homs en Madrid unos 3,5 millones de euros. Y lo que es más gravoso para poder salir de esa situación, es que de cara a futuros comicios, no tendrá presencia en los debates electorales ni en los planes que establezcan los medios de comunicación públicos, como RTVE.

La determinación de Ciudadanos, que votó en contra de permitir grupo propio a Convergència, ha sido clave. En la Mesa del Congreso se sietan nueve representantes: tres del PP, dos de Ciudadanos, dos del PSOE, y dos de Podemos Unidos. Todos se abstuvieron, con los dos votos en contra del partido de Albert Rivera.

Represalia política

Los diputados de Convergència confiaban en mantener el grupo. Por ello, la reacción de Francesc Homs ha sido contundente. «Se trata de una represalia política por la votación en el Parlament –la desconexión que ha anulado el Tribunal Constitucional– pero no podrán con nosotros», clamó Homs.

La interpretación de Homs es que el PP ha querido buscar el apoyo de Ciudadanos de cara a la investidura de Mariano Rajoy, y ese ha sido un primer gesto muy bien recibido por la formación naranja.

«El PP busca a toda velocidad ese acuerdo con Ciudadanos», aseguró Homs. Los dirigentes de Ciudadanos habían rechazado por completo que Convergència pudiera tener grupo propio, porque no llegan al 15% de los votos que el reglamento de la cámara baja exige, ni en cada una de las circunscripciones en las que se presentó ni en el conjunto de Cataluña.

Homs se acogía a «los precedentes», pero esta vez todos los grupos, incluido Podemos Unidos, que se había mostrado favorable –con declaraciones claras en ese sentido de Iñigo Errejón— se han acogido a la letra de la ley.

Convergència se apaga en Madrid, aunque trate de alzar la voz en Cataluña.

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