La conjura del PP para que el PSOE retire a Pedro Sánchez

Rajoy basa su reelección en que la suma con Ciudadanos sea mayor que el partido de Albert Rivera con los socialistas, y esperar la decisión de los barones del PSOE para gobernar en minoría

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La consigna es no dar rienda suelta a la euforia. Tampoco existen datos objetivos que la provoquen, aunque no es menor la convicción de que se podrá gobernar de nuevo. El equipo de campaña de Mariano Rajoy, que pilota el que ha sido su jefe de gabinete desde 2011, Jorge Moragas, se ha conjurado para lograr lo que ve como inevitable: la reelección de Mariano Rajoy tras un mal resultado del PSOE, que lleve a su dirección a retirar a Pedro Sánchez.

Esa es la estrategia, después de asumir que el PP no superará de forma clara los resultados del 20 de diciembre. La encuesta del CIS, a la que los partidos le dan mucho valor, le ha otorgado al PP una horquilla de entre 118 y 121 escaños, menos de los 123 del 20D. El gran objetivo del PP, como admiten dirigentes próximos a Rajoy, es que «la suma con Ciudadanos sea mayor que la del PSOE con Ciudadanos. Si se da ese caso, que todo apunta a que ocurrirá, Rajoy será presidente tras la destitución de Sánchez».

La decisión del PSOE

Los mismos dirigentes señalan, con determinación, que Sánchez «está ya amortizado, y el PSOE no le dejará continuar». Que esa convicción esté basada en algún acuerdo con los barones del PSOE es otra cosa. El diálogo existe, las reflexiones se producen de forma periódica, pero se trata de la propia evolución de los hechos. El PP está convencido de que los socialistas no podrán hacer otra cosa, tras la repetición de las elecciones, que permitir la investidura de Rajoy.

Lo que defienden los estrategas de Rajoy se basa en las propias palabras de Sánchez, que ha señalado en las últimas semanas que no facilitará la investidura de Rajoy, ni con un voto a favor ni con una abstención. Aunque había abierto una puerta a esa posibilidad, en las jornadas del Círculo de Economía en Sitges, días después se corrigió.

Por tanto, si los socialistas entienden que no les quedará más remedio que trabajar a favor de la gobernabilidad de España, deberán prescindir del propio Sánchez. A eso se agarra el PP.

A Rajoy, por ahora, no se le sacrifica

La misma encuesta del CIS va en la dirección que espera el PP. El partido que lidera Mariano Rajoy –118-121 diputados—sumaría con Ciudadanos entre 156 y 160 diputados. Y es que el partido de Albert Rivera se quedaría prácticamente igual que el 20D, con 38 o 39 diputados, por los 40 de los anteriores comicios. La suma, en cambio, con el PSOE se quedaría entre 116 y 119 escaños, con 78-80 para los socialistas. «Esa es la clave para poder formar gobierno», se asegura desde las filas del PP.

Sin embargo, existe un problema que el PP no quiere abordar. O no puede abordar en estos momentos: la continuidad del propio Rajoy. Ante la persistente pregunta a los dirigentes populares sobre el precio que se estaría dispuesto a pagar para mantener el poder, la respuesta es que el sacrificio de la figura de Rajoy no se concibe.

Pero Ciudadanos insistirá en ello, y la posible abstención del PSOE también pasará por provocar la dimisión de Rajoy. «¿Por qué lo deberíamos hacer, si gana las elecciones?», se insiste. Sobre esa cuestión, diferentes fuentes destacan las conversaciones de las últimas semanas de Felipe González con Albert Rivera. El consejo que le ha dado el ex presidente es que el día 27 de junio, tras las elecciones, deberá «preparar» a sus votantes y militantes para asumir el giro.

PP o Podemos

Y es que la presión para facilitar el gobierno, de forma rápida, tras haber tenido que repetir unas elecciones, será enorme. «A ver quién aguanta más, a ver quién da su brazo a torcer», se insiste desde el entorno más inmediato de Mariano Rajoy.

Claro que eso es un acto de firmeza cuando acaba de iniciarse la campaña electoral. Hasta la noche del 26 de junio, todos mantendrán sus posiciones. Pero los mensajes son claros. El PP incidirá en su estrategia dual, de presentar las elecciones como un pulso entre el partido del gobierno y Podemos, una fuerza que ha ayudado a crecer, para erosionar a los socialistas, y que ahora podría convertirse en una posibilidad real de competir directamente con el PP por la victoria.

El PP no defiende nada

Un ex alto cargo del PP, que mantiene la capacidad analítica intacta, corrobora una característica del partido que logró refundar José María Aznar: «lo que le mueve es el poder, sin poder no se puede hacer nada, y todo está condicionado a ese objetivo». El PP, mantienen otros dirigentes, «dejó de tener un cuerpo doctrinal claro, puede pactarlo todo, acercarse a otros programas políticos, porque, en realidad, no defiende nada».

Es muy descarnado, pero las encuestas apuntan que los españoles le otorgarán, de nuevo, la primera posición, y, con la duda hasta el último momento sobre la propia decisión de Rajoy, lo que se tiene claro es que el principal adversario, el PSOE,  «caerá en una depresión», y con Pedro Sánchez en su casa. 

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