Vox se dispara gracias a la estrategia de Sánchez y a la debacle de Cs

La insistencia del PSOE de agitar el voto del miedo a Vox da alas a Santiago Abascal, que también se beneficia del fracaso estrepitoso de Ciudadanos

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La estrategia de Pedro Sánchez ha terminado beneficiando a Vox, que en seis meses más que duplicó su representación en el Congreso de los Diputados. De tener cero parlamentarios hace un año, el partido de Santiago Abascal pasó a los 24 del 28-A y, ahora, tras el 10-N, se sitúa como tercera fuerza con 52 representantes.

El auge que comenzó en las elecciones andaluzas ha encontrado su momento cumbre en el semestre emparedado entre las elecciones de abril y las de noviembre, en las que medió no solo la estrategia del PSOE de repetir los comicios, sino también una campaña electoral socialista centrada en atacar al partido situado a la derecha del PP.

Es cierto que del declive de Ciudadanos, que ha perdido 47 escaños, también se ha nutrido Abascal. Los votos que hace seis meses iban al partido de Albert Rivera se los han repartido Vox y el PP, pero la estrategia socialista también abrió el camino a Abascal, que encontró esta ocasión más oportunidades de amplificar su mensaje gracias a la confrontación con el PSOE.

Pedro Sánchez pone a Vox en el centro de la campaña

«Votar a Vox es echar a Sánchez», decía Abascal dos días antes de las elecciones, en el acto de cierre de campaña de Vox. Sánchez, por su parte, arremetía ese mismo día contra «la ultraderecha» desde su mitin final en Barcelona, criticando la moción del partido en Madrid –apoyada por PP y Cs– para ilegalizar a los partidos independentistas.

Después de pasarse la campaña del 28-A sin apenas mencionar a Vox, Sánchez comenzó a subir el volumen cada vez más conforme se acercaba este domingo. El pasado 7 de noviembre, el presidente del Gobierno en funciones llamó a frenar el «franquismo» en alusión al partido de logo verde, y pidió a los socialistas «parar los pies a la derecha» para acabar con la España «excluyente».

Esta semana, Sánchez también dijo que Vox era un «invento» del expresidente del Gobierno, José María Aznar, para «desestabilizar» en su momento a Mariano Rajoy, y avisó que la formación emergente al final se estaba «imponiendo ideológicamente» y «comiendo electoralmente» a la derecha.

Otros cargos del PSOE calificaron durante esta campaña a Vox de «fascista» y de hacer alarde de su «intolerancia, machismo y homofobia, que está contagiando al resto de la derecha». Y han amplazado al partido a «volver a la cueva de la que nunca debió salir». Mensajes que, a la vista de los resultados de este 10-N, no calaron en el electorado, por donde se les mire.

Andalucía premia a Abascal

Desde las elecciones andaluzas todo ha ido mejor para Vox. Tras conseguir 12 diputados en el Parlamento de Andalucía en diciembre de 2017, el partido de Santiago Abascal entró al Congreso de los Diputados tras el 28-A y ahora ha dejado atrás a rivales a la derecha (Ciudadanos) y a la izquierda (Unidas Podemos), solo superada por PSOE y PP.

Y, precisamente, la comunidad autónoma en la que Vox consiguió su primera representación institucional es la que este 10-N también le ha dado su mayor cantidad de escaños. En Andalucía, los de Abascal han conseguido 12 diputados, siendo Madrid y Valencia las otras dos comunicades en las que mayor apoyo obtuvo, con siete representantes en cada una.

Lo ha celebrado a lo grande Abascal este domingo. «Hace solo 11 meses no teníamos representación en ninguna institución», y «hoy somos la tercera fuerza política de España», ha afirmado ya con el recuento electoral casi cerrado, quizá aún asombrado por la hazaña. El líder de Vox ha avanzado que la formación defenderá en las Cortes «lo mismo que hemos defendido» en las campañas electorales.

En resumen, Vox ha conseguido incrementar casi en un millón sus votos desde el 28-A. Con la repetición electoral, la formación alcanza más de 3,6 millones de sufragios, representativos del 15% de todos los depositados este domingo. Con sus 52 diputados, Vox deja de ser una fuerza paralela y se convierte en decisiva, un escenario que Sánchez no imaginó con su estrategia.

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