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La exhibición de la manifestación independentista de la Diada obligará a Mas y a CiU a tomar una decisión

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Durante años, la manifestación de la Diada la protagonizaban pequeños grupos marginales, como Endavant, (Organització Socialista d’Alliberament Nacional-OSAN). Grupos independentistas, sin representación parlamentaria. Algún altercado y poco más.
 
Pero en 2012 la movilización independentista ha agrupado a un millón y medio de catalanes. El número puede ser matizable, pero es indudable que se trata de una de las mayores manifestaciones que se han producido en Barcelona.
El independentismo ha logrado un objetivo impensable hace sólo seis años, cuando se ultimaba el nuevo Estatut: está en el centro del debate de la política catalana.
 
Y obliga, ahora sí, al president Artur Mas y a CiU a ejercer su responsabilidad y a orientar o a potenciar el movimiento.

La clase política catalana, superada

Mas, ante la exhibición independentista de la Diada, organizada por la Assemblea Nacional de Catalunya (ANC), las mismas siglas que la ANC de Nelson Mandela –el equívoco nunca viene mal para internacionalizar el caso- se ha visto obligado a pronunciar una declaración institucional este mismo miércoles.

La sensación, admitida por sus propios dirigentes como Josep Antoni Duran Lleida, es que la movilización ha superado por completo a la clase política catalana, pese a que el propio Govern la había alentado. “No me siento incómodo con el lema de la manifestación” –Catalunya, un nou Estat d’Europa- había afirmado el portavoz del Ejecutivo catalán, Francesc Homs.

Universo convergente

Un veterano dirigente de CiU, aseguraba, durante los actos de la Diada, que la federación nacionalista puede reconducir la situación. Que se trata de llevar con cautela, de forma “tranquila» un proceso que, en estos momentos, protagoniza la sociedad civil, ciudadanos de diversa condición, pertenecientes en su mayoría a una mesocracia principalmente enraizada en las comarcas catalanas y que es muy activa en sus sectores profesionales. La cierta “tranquilidad” del diputado se debe a que esos ciudadanos pertenecen, en realidad, al universo convergente.

Pero la presión irá en aumento. Y CiU deberá abandonar la ambigüedad característica de los años de Jordi Pujol. Ya no hay margen de maniobra.

Elecciones en primavera

Mas podría convocar elecciones en primavera, situando ya la posibilidad de una declaración de independencia en el Parlament. Porque la promesa del pacto fiscal ha quedado en un segundo plano, y es, precisamente, el argumento de Mas –el no rotundo que obtenga de Mariano Rajoy- el que podría utilizar para dar un paso de gigante hacia la independencia.

Eso es lo que quiere, realmente, el PSC. Las caras tristes y alargadas de algunos de sus dirigentes constataban durante los actos de la Diada el estupor que les causa la situación. Pero, en todo caso, comienzan a vislumbrar una puerta de salida.

El PSC quiere una consulta

El propio nuevo presidente del grupo parlamentario del PSC, el veterano dirigente socialista en Tarragona, Xavier Sabaté, ha roto los esquemas: el PSC debe, por primera vez, tomar la iniciativa y pedir una consulta o un referéndum de independencia. No le que da otra. Porque la independencia está en la agenda política. No se puede dejar ya de lado o ignorarla.
 
Y en ese referéndum quien debería jugársela es Convergència, es Unió Democràtica, con Josep Antoni Duran Lleida a la cabeza. Es el tejido empresarial, con Fomento, el Cercle d’Economia, la Cecot o Pimec  mojándose en los debates, en las campañas, con argumentos a favor o en contra. Y también las entidades financieras, con La Caixa y el Banc Sabadell en las primeras posiciones. El debate implicaría a todos.

Los socialistas comienzan a valorar esa posibilidad con seriedad. Desde Pere Navarro a Rocío Martínez-Sampere. Más claro lo tienen otros dirigentes, como la exconsellera de Interior, Montserrat Tura, que se manifestó sin complejos a favor de la independencia, a pesar de que el PSC no participara como partido político.

Independencia, con todas las consecuencias

Para Esquerra Republicana la movilización es una gran victoria, pero puede llegar tarde. Un también veterano dirigente de ERC aseguraba que es CiU la que dominará la situación y reconducirá las pasiones de la Diada, porque “tiene la hegemonía del país”.

Esa responsabilidad sólo la tiene Artur Mas, muy consciente de su situación, según diversas fuentes.
Porque se trata ahora, como recuerda el catedrático de Historia Medieval José Enrique Ruiz-Domènec, de poner sobre la mesa todas las consecuencias de un proceso de independencia.
 
La propia Comisión Europea ha advertido que supondría abandonar la Unión Europea, para pedir, posteriormente, un nuevo tratado de adhesión que exigiría la unanimidad de sus 27 miembros.

El inevitable choque

El temor del PSC es que se vea en la necesidad de alentar una situación que trató, desde la Transición, de evitar: un choque de legitimidades, un choque cultural, lingüístico y político en toda regla, porque sabe y es muy consciente de que hay otra Catalunya que no se ha manifestado en la Diada, que no ve habitualmente TV3, que no sigue las corrientes de opinión de las tertulias radiofónicas, que vive con sus problemas de forma pasiva. De momento.

Pero, ahora sí, está dispuesto a correr el riesgo y a “desmontar” a CiU, sabedores también los dirigentes del PSC, que no todos los electores de CiU se aventurarán en ese proceso.

La quinta noticia en La 1

En el otro lado, a más de 600 kilómetros, no hay demasiada inquietud. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se ha limitado, a la espera de su entrevista con Artur Mas el 20 de septiembre, a pedir “cooperación” para salir de la crisis.

En el telediario de La 1 la manifestación ocupó tres minutos, pero, además, fue la quinta noticia en los titulares después del caso de José Bretón, el padre de los niños desaparecidos y supuestamente asesinados por él mismo.

En el PSOE, gracias, en parte, a los “compañeros” del PSC, se es más consciente de la situación. De hecho, quien más conoce la política catalana es Alfredo Pérez Rubalcaba, que negoció el Estatut con los principales dirigentes catalanes.

Seguramente en ese momento se acabaron de despertar las pasiones independentistas. Tras la sentencia del Tribunal Constitucional, que dio pie a la manifestación del 10 de julio de 2010, comenzó una nueva etapa que ha tenido en la Diada su punto de arranque.

De las movilizaciones de Endavant a la explosión de la Diada han pasado sólo unos años. Pero la nueva situación coloca a Catalunya ante una disyuntiva que no puede ignorar y que recae en gran medida en Artur Mas.
 
Desde la Diada, Catalonia is different.

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