Salzkammergut: un cuento de Navidad entre lagos, montañas y minas de sal
Picos alpinos, pueblos de cuento, mercadillos, pan de jengibre, glühwein, Krampus y otras tradiciones navideñas en la región de los lagos de Austria

Navidad en St Wolfgang, Salzkammergut. Foto: Mirja Geh | Wolfgangsee Tourismus.
Su territorio se divide entre las provincias de Alta Austria, Salzburgo y Estiria pero, digan lo que digan las administraciones, Salzkammergut tiene una identidad propia. Una forjada a la sombra de picos alpinos y a la orilla de lagos cristalinos pero, sobre todo, en torno a la extracción de la sal.
El ‘oro blanco’, explotado desde la Edad del Bronce, ha sido históricamente el motor económico de la zona, tan valioso que permitió la construcción de ciudades como la hermosa Salzburgo, tan importante que dio nombre a toda la región: Salzkammergut.
Traducido como ‘Cámara de la sal’, agrupa a más de 50 municipios, 23 de los cuales han ostentado este 2024 el título de Capital Europea de la Cultura (capitalidad otorgada por primera vez a una región y no una ciudad).
Pueblos-joya a orillas del lago
Hasta 76 lagos, densos bosques, prados y ríos integran esta región sobre la que se elevan picos de más de 2.500 metros como los que forman parte del macizo de Dachstein, el techo de los Alpes del Salzkammergut y, junto al pueblo de Hallstatt, Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 1997.
Con su torre prácticamente emergiendo del lago del mismo nombre y su imagen de postal, Hallstatt compone por sí misma una imagen idílica (la llegada, obligatoriamente en barquito, es simplemente deliciosa).
Aquí se encuentran, además, las minas de sal más antiguas del mundo, de hace 7.000 años.
Menos conocidas (Hallstatt es tan famosa que cuenta con una réplica casi exacta en la provincia china de Guangdong, además de haber inspirado el reino helado de la película Frozen) pero igualmente bucólicas, encontramos otras localidades de la zona, ideales para una escapada navideña.
Navidad en el lago Wolfgangsee
Es el caso de St Wolfgang, uno de esos lugares que podrían vivir en una Navidad eterna. Basta acercarse en el barco que recorre el lago (y que permite acceder a otros dos pueblos igualmente encantadores, St Gilgen y Strobl) para toparse con la gigantesca vela flotando sobre el agua que anuncia el Adviento.
Con sus 16 metros de altura, es la estructura más alta de lago Wolfgangsee y, desde luego, el emblema más reconocible de la Navidad en la región.
Las Navidades ‘como se vivían antes’ podría ser el lema de este lugar de pintorescas casitas de madera y que cuenta con una impresionante iglesia, la de Sant Wolfgang, que el santo levantó, cuenta la tradición, allí donde cayó un hacha que lanzó el santo desde la montaña de Falkenstein, a unos 5 km, y que durante siglos fue uno de los centros de peregrinación más importantes de Europa.
En Navidad, las callecitas llenas de luces albergan un coqueto Christkindlmarkt o mercadillo del Niño Jesús, que es quien trae los regalos en Austria, y que incluye todo tipo de puestos donde comprar adornos y artesanías, probar una salchicha (würstel), un sabroso sándwich de leberkäse (una gruesa loncha de embutido elaborado con carne de ternera y cerdo picada y asada), galletas recién horneadas o un apfelstrudel (strudel de manzana).
Por supuesto, todo bien regado con glühwein (vino caliente típico de estas fechas) o ponche también caliente de alguno de los tentadores sabores como naranja o pera indispensables para combatir el frío.
Durante el paseo, donde no escucharás hablar español, es fácil encontrarse una banda interpretando música, a algún grupo de amigos cantando villancicos en torno a un fuego y a las realistas figuras de tamaño real y talladas a mano (más de 70) que componen el famoso Belén de la localidad.
Las vistas más impresionantes
También desde St. Wolfgang parte el SchafbergBahn, que invita a un viaje en el espacio y en el tiempo a la montaña de Schafberg.
Se trata de un antiguo tren cremallera que lleva desde 1893, cuando lo inauguró el mismísimo emperador Francisco José I, ascendiendo hasta los 1783 metros del pico.
Lleva unos 35 minutos completar el recorrido de 5,85 km en el que se superan casi 1.200 m de desnivel (con una pendiente máxima de 26%) y que, como curiosidad, tiene sus propios planos en la película Sonrisas y lágrimas. Su vieja locomotora de vapor aún puede verse expuesta en la estación-
Una vez arriba, además de increíbles vistas a prístinos lagos, se pueden realizar diferentes rutas de senderismo, volar en parapente sobre paisajes nevados y, con suerte, asistir a un desfile de Krampus.
Se trata de una centenaria tradición extendida por toda Austria en la que jóvenes ataviados con máscaras de retorcidos cuernos y afilados colmillos, cubiertos de gruesas pieles y haciendo sonar grandes cencerros pasean en torno al día de San Nicolás (la noche del 5 al 6 de diciembre, conocida como Krampusnacht) asustando a niños y, supuestamente, llevándose a los que se han portado mal. Ojo porque estos seres mitológicos suelen ir ‘armados’ con ramas y varas y no dudan en usarlos contra quienes se detienen a mirarlos.
Otra de las tradiciones navideñas más hermosas en Salzkammergut tiene lugar el 5 de enero, cuando desfilan los Glöckler. La víspera de la llegada de los Reyes Magos, los campaneros se visten de blanco, con un cencerro atado a la cintura y desfilan llevando enormes y coloridos estructuras iluminadas sobre la cabeza.
Por las callecitas de varios de los pueblos de la zona pueden verse estos desfiles que festejan la llegada del nuevo año y ahuyentan a los malos espíritus y que llaman la atención especialmente por las minuciosas elaboraciones de los adornos, realizados a mano, que toman la forma de edificios como torres o iglesias o bien reproducen formas geométricas como estrellas, pirámides o semicírculos con bellísimas composiciones de colores.
Trabajados en madera, papel, seda o cartón, pueden llegar a medir más de 2 metros y pesar hasta 15 kg y se estima que la creación de cada uno puede llevar hasta 500 horas de trabajo. En 2012, la tradición del Glöcklerlauf fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial por la UNESCO.
St Gilgen y Strobl
Otra recomendable excursión la encontramos en el pueblito de St Gilgen, también a orillas del lago Wolfgangsee. De aquí parte el teleférico Zwölferhorn, que permite llegar a bordo de una de sus cabinas rojas o amarillas a la cima del Hörndl, a 1500 m de altura, en apenas 11 minutos.
Un par de preciosos miradores permiten divisar el paisaje nevado salpicado de lagos (pueden verse hasta siete desde ese lugar) y mirar de frente la imponente cordillera de Los Alpes.
Además de las pistas de esquí que funcionan cuando hay suficiente nieve, desde aquí parten rutas de diferentes niveles, desde sencillos itinerarios circulares como la del Pillstein a exigentes caminatas de montaña, pero también se programan regularmente actividades como clases de yoga.
Desde este verano, además, el teleférico del Zwölferhorn es el primero del mundo que funciona con energía 100% limpia procedente de sus propias placas solares, que proveen de la energía necesaria a sus cabinas.
Dos restaurantes en la cumbre, uno de ellos de paredes de cristal y prácticamente suspendido sobre la ladera, ponen la guinda a esta excursión.
Abajo, el pueblo de St. Gilgen compone una nueva e idílica postal, asomado al lago (no podrás dejar de hacer fotos desde su precioso embarcadero) y con sus casas de madera pintadas de colores pastel.
Aquí, además, nació la madre de Mozart -su casa natal se puede visitar- y aunque el genial compositor nunca residió en la localidad, no dudan en hacer suyo a uno de los artistas más queridos de Austria, cuya estatua preside la plaza principal.
Para celebrar la Navidad, instalan un mercadillo decorado con cientos de velas rojas y doradas que se ubica justo en el borde del lago y diferentes estaciones que cuentan escenas y tradiciones navideñas
El barco por el Wolfgangsee permite también llegar a Strobl, otra recomendable parada en este viaje que permite pasear entre casas de campo y villas con aire art nouveau (durante la época imperial fue habitual retiro de la aristocracia) y que incluye visitas como la Deutschvilla, una impactante villa de estilo toscano del siglo XIX que acoge hoy una colección de arte contemporáneo.
En esta época, una gran estrella fugaz, como la que guio a los Reyes Magos, señala el camino al mercado navideño, que además de puestos acoge también un Belén viviente que incluye juguetones animales como ovejas, cabritillas y conejos.
Bad Ischl, Navidad con tintes imperiales
La capital cultural del Salzkammergut, Bad Ischl, es el último destino de esta ruta. Por encima de Viena, este fue el lugar favorito del emperador Francisco José I, donde pasó más de 60 veranos, donde se enamoró, precisamente un verano, el de 1853, de Isabel de Baviera -Sissi-, y donde anunciaron su enlace tras un fugaz noviazgo su compromiso.
Parece que ella nunca le tuvo tanto aprecio a este precioso pueblo como su imperial marido, que solía cazar en los alrededores y trabajar en la magnífica Kaiservilla o Villa Imperial, el regalo de bodas de la archiduquesa Sofía a la pareja, y donde redactó, en un escritorio que hoy se conserva intacto, la proclama titulada ‘A mis pueblos’, que acompañó a la declaración de guerra a Serbia en 1914 y que finalmente acabaría dando origen a la Primera Guerra Mundial.
Rodeado de preciosos jardines y abierta a las visitas, la mansión sigue habitada por los descendientes de los Habsburgo, y todos los veranos acoge eventos con motivo de la conmemoración del cumpleaños del emperador Francisco José, el 18 de agosto.
Entre dos ríos, el Ischl y el Traun y famosa por sus aguas termales que atrajeron a la familia imperial y, con ella, a aristócratas, burgueses y artistas, Bad Ischl aún refleja ese pasado de esplendor, que se manifiesta en edificios la Oficina de Correos, la Trinkhalle, el Kongress & Theaterhaus o la Lehárvilla, residencia del famoso compositor de operetas Franz Lehár y hoy convertida en museo sobre su figura y su obra.
El Trinkhalle acoge, en Navidad, el mercadillo más famoso de Bad Ischl, que reúne a artesanos locales, pero también especialidades culinarias típicas y, cómo no, todo el glühwein que sea necesario para entrar en calor, que pueden comprarse o degustarse en los puestos dentro y fuera del edificio, en el Schmankerldorf.
Ya sea en Navidad o en cualquier otro momento, no se puede dejar de visitar la mítica confitería Konditorei Zauner, una de las mejores de toda Austria, donde estos días se exponen fantasías en forma de casitas de chocolate sobre paisajes de dulces y que es famoso por su inconfundible Zaunerstollen, una suerte de turrón con barquillo, chocolate y avellanas que es una auténtica delicia.