La Palma: qué comer en el pequeño paraíso dulce de Canarias
Cualquier viaje a La Palma tiene que incluir probar estos dulces que sintetizan la sabrosa tradición de esta isla canaria

Crema de queso con miel de palma, Príncipe Alberto y mouse de gofio. Foto Turismo Islas Canarias
Sin desmerecer sus paisajes, tradiciones y su fabuloso clima, La Palma es un destino ideal para los más golosos, con un despliegue de postres que tiran por la borda cualquier intento de dieta.
¿Y de dónde viene su sabrosa cultura de la repostería?. Según Turismo de Canarias la clave está en el mestizaje entre la gastronomía aborigen con la de los conquistadores españoles, a la que luego se añadieron las influencias portuguesa e inglesa y también americana y africana, donde La Palma (así como sus hermanas insultares) se convirtió en un cruce de sabores entre tres continentes.
La isla ha sido durante cinco siglos un cofre de productos como la almendra, la batata, el queso de cabra, la harina de millo, el azúcar y la miel de caña; que conformaron un mapa de aromas y gustos únicos.
Personajes emblemáticos de la repostería palmera
Así encontramos los marquesotes, bizcochos de harina de trigo, huevos y azúcar con forma de rombo que eran los favoritos del cardenal Giovanni Maria Mastai Ferretti cuando visitó la isla en 1823 antes de ser investido como el papa Pío IX (cuyo nombre dio origen al famoso pionono).
La Palma fue un cruce de culturas entre la gastronomía de Europa, América y África
La historia de la repostería local encumbra a Matilde Arroyo como una de las personalidades más importantes, inventora de los postres bienmesabe y el Príncipe Alberto (tarta cremosa con chocolate, bizcochos bañados en café, almendras y avellanas)
Su herencia permanece en manos de sus hijas en el local de Los Llanos de Aridne.
Postres de fiestas y de todo el año
Hay postres para todo el año y otros para ocasiones puntuales, como las sopas de miel que se preparan para Carnaval, así como los bollos de alma o rosquetes que llegan en Semana Santa (atención a los que elaboran en el Monasterio del Císter, en Breña Alta).
En cuanto a los que no saben de calendarios, uno de los destacados es la rapadura, que además de tener miel de caña, gofio, azúcar, almendra, canela y limón pueden presentar variantes como de leche, chocolate, coco o huevo.
Otro es el queso de almendras, con huevo, ralladura de limón y canela, que se suele acompañar de una copa de licor mistela.
También está el bizcochón de Los Sauces (con leche, azúcar, aceite, pasas, almendras, nueces, canela y ralladura de limón), los almendrados (tortitas de pasta de almendra con azúcar y huevo cocidas al horno), el pan de leche (harina y leche cuajada, azúcar, huevos, canela, ralladura de limón y un chorrito de vino) y los buñuelos de boniato (almendras y miel) y los suspiros palmeros (o sea, los merengues de toda la vida).