La Palma: los verdes secretos al norte de la isla bonita

La parte septentrional de La Palma es un abanico de vegetación y barrancos pronunciados, con un puñado de pueblos con joyas históricas y un laberinto de caminos buscados por senderistas

La explosión verde en la carretera de Garafía. Foto Turismo de las Islas Canarias

Es la isla bonita, la de los cielos salpicados de estrellas, la de calas diminutas y playas de arenas negras, la del mar de nubes, la de montañas tapizadas de todos los verdes, la que sufrió 85 días de congoja y destrucción por la erupción del Cumbre Vieja. Es La Palma, una de las hermanas de las Canarias que nunca deja de sorprendernos.

La Palma está resurgiendo con fuerza tras este castigo de la naturaleza, y hace pocas semanas hemos visto que se ha reabierto la Ruta de los Volcanes, que transcurre por el Parque Natural de Cumbre Vieja, con un recorrido que permite vislumbrar algunos de los lugares afectados por la lava, un paisaje volcánico que contrasta con el verde norte.

Hacia el norte de La Palma

Precisamente es al norte donde nos dirigimos, siguiendo las recomendaciones de la nueva guía La Palma de la colección Simply Travellers, de la editorial Alhenamedia.

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El norte de la isla, verde y húmedo, contrasta con el sur de La Palma, seco y volcánico

El sector norte de la isla es un ondulado paisajes de cerros de frondosa vegetación, muchas veces bajo el tamiz de la neblina y la humedad boscosa, donde entre curvas y caminos serpenteantes están diseminados una media docena de pueblos agrícolas, con ermitas perdidas en la naturaleza, y barrancos poblados de cardones y tabaibas, además de extensos bosques de especies subtropicales.

Aquí hay pocas playas pero sí algunas piscinas naturales que permiten desconectar con vistas a un océano de humor indeciso.

Desde San Juan de Puntallana

Un punto de partida puede ser San Juan de Puntallana, un pueblo a 11 km de la capital Santa Cruz, sitio de larga tradición en la cerámica como se puede ver en el Museo Etnográfico Casa Luján, y con sitios históricos como la iglesia de San Juan Bautista, del siglo XVIII

Deporte en Puntallana. Foto Turismo de Islas Canarias

A 8 km se llega al Cubo de la Galga, un denso y húmedo bosque de laurisilva poblado de laureles y helechos gigantes que se puede recorrer en un circuito de senderismo de cuatro horas.

El abanico de tonos verdes de estos valles se puede contemplar desde el Mirador de San Bartolomé, entre Puntallana y Los Sauces.

La piscina natural de Charco Azul está catalogada como una de las mejores de España

Cerca está el bonito pueblo de San Andrés, con sus calles de agotadoras pendientes y los alrededores llenos de cultivos de plátano, un sitio para descansar ya sea en la amigable plaza frente a la iglesia de Nuestra Señora de Montserrat (vale la pena ver su techo mudéjar) o en la piscina natural de Charco Azul; que dispone de todos los servicios para bañarse en agua salada sin la molestia de las olas.

También puede ser en el pueblo vecino de Puerto Espíndola, famoso por su producción de ron.

Vistas del Charco Azul. Foto Turismo de las Islas Canarias

Parque Natural de las Nieves

El pico de las Nieves, con 2.239 metros de altura, vigila estos valles, donde una zona de más de 5.000 hectáreas pertenece a un parque natural que protege a una de las poblaciones de laurisilva más abundantes de Canarias.

Esa especie vegetal crece a sus anchas por los vientos alisios que generan un manto de nubes a baja altura, lo que da al lugar un extraño aire a paisaje prehistórico.

Hogar de numerosas especies de aves como palomas, gavilanes, pinzones, petirrojos, halcones y aguilillas; uno de los caminos de senderismo recomendados es por el Bosque de los Tiles, en un continuo ascenso de cuatro kilómetros por barrancos, puentes y cultivos.

También hay senderos que llegan al mirador de Baranda, al Espigón Atravesado, a la Pista de la Reserva y a los nacientes de Marcos y Cordero (un hermoso recorrido entre cascadas y acueductos). O sea, hay para todos los gustos.

Antiguas construcciones en el Cubo de la Galga. Foto Turismo de Islas Canarias

Tras haber caminado el cuerpo pide una tregua, pero las ganas de conocer quizás puedan más y se pueden saciar en el Centro de Interpretación de Los Azulejos, con abundante información de la flora, fauna y geología de la reserva.

Por Barlovento

Desde el pueblo de Barlovento, donde está la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, se puede salir a conocer los conos volcánicos y el embalse de La Laguna.

A cuatro kilómetros se llega a la punta de La Fajana, con tres piscinas excavadas en la roca, que se suele llenar demasiado de gente y a la que hay que prestar atención los días de oleaje intenso.

Santo Domingo de Garafía

El aislamiento del pueblo de Santo Domingo de Garafía ha permitido conservar gran parte de su estética, punto de partida para los senderistas que quieran llegar hasta Roque de los Muchachos, el pico más alto de La Palma.

Los frondosos bosques de Puntallana. Foto Turismo de Islas Canarias

Desde Santo Domingo de Garafía parten senderos que llegan hasta el pico de Roque de los Muchachos, el más alto de la isla

Además de la iglesia de Nuestra Señora de la Luz, del s.XVII, en el lugar se conservan cuatro molinos de viento, de los que dos de ellos se han rehabilitado para demostrar cómo era el antiguo arte de moler granos y elaborar gofio.

También se puede aprender la historia de esta zona en el Museo de Interpretación Etnográfica de Garafía y en el Parque Cultural de La Zarza, centrado en las inscripciones rupestres del pueblo de los benahoritas.

El último pueblo que nos queda por ver es Tijarafe, construido en la ladera de un pronunciado barranco, que también invita a viajar por la historia de la vida cotidiana y las tradiciones de La Palma en la Casa del Maestro, o en el legado de la Iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria, de 1530.

El húmedo bosque de Tijarafe. Foto Turismo de las Islas Canarias

Claro que hay más sitios por conocer en el norte de la isla, como el Barranco de Agua, el acantilado de la Costa de Higuascán cerca de Puntagorda, el bonito barrio de Las Tricias en Garafía, el mirador de Las Toscas camino a Barlovento o la Reserva Natural de Guelguén.

Pero lo lindo de La Palma es que siempre hay oportunidades para descubrir sus secretos.

a.
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