El vino de la semana: Carmelo Rodero Raza 2021
Un vino con la firma de un grande de Ribera del Duero, Bodegas Rodero, que da sentido al eslogan 'uva, ciencia, vino y arte'

Con 13 años, Carmelo Rodero, un apasionado de los campos en Pedrosa de Duero (Burgos), ya echaba una mano a su familia en los cultivos. Su infancia y juventud transcurrió entre viñas y su obsesión por ahorrar para ir comprando terruños. Entre sus grandes recuerdos destaca el de sus abuelos que, además de elaborar vino de forma tradicional, estuvieron entre los fundadores de la Cooperativa vinícola de Pedrosa y más adelante vendían sus uvas a Vega Sicilia.
Mientras los campos de cereales daban paso a las viñas -hoy son prácticamente monocultivo en la zona-, Carmelo y su mujer Elena invertían lo que ganaban con sus trabajos en comprar viñas.
En 1989, tras casi dos décadas vendiendo sus uvas a otras bodegas, el matrimonio tomó la audaz decisión de crear un vino propio y en 1991 sacaron al mercado la primera cosecha con su marca. Fueron tiempos de agricultores pioneros que arriesgaban para colonizar un nuevo mundo -la DO Ribera del Duero sólo existía desde el 1982-.
Como explicita el objetivo que se marcó Carmelo y que es responsable de su éxito actual, su pretensión fue siempre la de “Elaborar vinos de la mayor calidad y reflejar con autenticidad el terruño de la Denominación de Origen Ribera del Duero”.
Beatriz y María Rodero: la “transición generacional y en femenino”
El proyecto de Carmelo Rodero se asentó con fuerza y temple durante dos décadas haciendo grandes vinos que contribuyeron a conseguir un prestigio como unos de los grandes del Duero.
Dos décadas después, la bodega ribereña afrontaba una fascinante etapa de relevo. A Carmelo, amigo del uso de la tecnología y de la ciencia en el vino, no le dolían prendas al facilitar el aterrizaje de la segunda generación familiar, sus dos hijas: Beatriz y María, muy preparadas y con muchas ganas de hacer muchas cosas innovadoras en un mundo cansinamente masculino como es el del vino.
Ambas han vivido el arte de hacer buen vino desde que nacieron y presumen de “haber heredado la pasión de su padre por la tierra” pero, además, se incorporan al proyecto familiar con ideas nuevas que ya empiezan a dar sus frutos. Su filosofía pasa por “trabajar de forma parcelaria, por altitudes, suelos, parajes… Los vinos que logran tiene una estructura más ligera, una carga tánica más amable y unos pasos por madera civilizados y respetuosos”.
Beatriz, directora técnica desde 2008, se formó en Ingeniería Agrícola y amplió conocimientos en Burdeos (Diplôme National d’Oenologie), en Saint Émilion, Napa Valley (California), y Sudáfrica.
La bodega experimentó su huella desde la primera añada en que Beatriz inicio “su” elaboración, en 2007. Su objetivo hasta hoy es conseguir vinos “con mayor presencia frutal, barrica más tímida y vinificación parcelaria para extraer la singularidad de cada suelo, para crear vinos de calidad excelente, elegantes, con más frescura, menos estructurados, y afines a la evolución actual de los gustos de hoy”.
En cuanto a María, se unió al proyecto como directora comercial en 2013 tras formarse en Administración y Dirección de Empresas y trabajar en la banca, tanto en España como en varios países anglosajones, hasta estar lista para asumir una de las bodegas más importantes de su DO, que ya exporta un 20% de sus vinos.
Carmelo Rodero Raza 2021
Y un gran ejemplo del trabajo de Beatriz y María Rodero es precisamente el vino de hoy: Carmelo Rodero Raza 2021, la novedad más reciente e ilusionante de Bodega Rodero, un tinto reserva de la cosecha 2021, en edición limitada, que ha aparecido hace unos días, y que demuestra que el horizonte del vino está muy abierto, y la continuidad de la bodega sigue más que garantizada.
Raza sale al mercado con la añada 2021, “Impulsado por la idea de producir un vino en honor a nuestras raíces y nuestra tierra, Pedrosa de Duero”. Según Carmelo, “su nombre hace honor a la fuerza y el carácter de esta bodega familiar. En 2021 buscamos hacer un “vino de pueblo” elaborado únicamente con las parcelas de nuestra tierra, con la uva de cinco parajes que forman nuestra localidad: Pedrosa de Duero: Paraje de Quintana, Paraje de Boada, Paraje de Valcabado, Paraje de Guzmán y Paraje de Pedrosa”.
Se elabora con tempranillo (90%) y cabernet sauvignon (10%), uvas provenientes de cepas de 30 años plantadas a entre 837 y 862 metros de altitud, vendimiadas manualmente, vinificadas por gravedad con el sistema de gravedad giratoria OVI (inventado y patentado por el propio Carmelo) y con una crianza de 20 meses en barrica nueva de roble francés. El embotellado de las primeras unidades se inició en agosto de 2023 y este noviembre acaba de salir a la venta.
Se presenta de color rojo picota con ribetes morados, de capa alta, limpio y brillante. “Este es un vino que en nariz despliega un impresionante abanico de aromas” explica Beatriz, donde la fruta madura y fresca se expresa con intensidad. Tiene profundas notas de frutas negras como moras o ciruelas, entrelazadas con delicados matices especiados, recuerdos minerales, tostados y un punto balsámicos.
La entrada en boca es muy sedosa, elegante, con taninos finos y evoluciona con una densidad envolvente y perfectamente equilibrada. Es un vino espontáneo y elegante, y a la vez intenso y ligero, posee la elegancia y la fuerza de su predecesor, el Reserva 2020, pero con un toque sutil, sedoso y balanceado, que mejora su frescura.
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La elaboración de Raza 2021 sigue los criterios exigentes con los que se elaboran los otros grandes vinos de estas bodegas, como Pago de Valtarreña y TSM, a lo que hay que sumar una añada con unas condiciones climáticas muy desafiantes, con la borrasca Filomena en invierno y un verano cálido y seco, donde la falta de precipitaciones influyó en la maduración de las uvas, y la cosecha se calificó de excelente.
Se trata de un vino perfecto para maridar con todo tipo de carnes pero muy especialmente con carnes a la parrilla, chuletones y asados. También resulta ideal con estofados, guisos, caza, quesos y embutidos curados y, si se trata de experimentar, quizás con pescados en salsa.
La etiqueta, con una tipografía más que especial, transmite un aire moderno, aunque en su proceso de elaboración se han seguido estrictos protocolos artesanos. La botella, de color oscuro casi opaco para impedir pasar la luz durante el envejecimiento, tiene un gramaje alto, propio de los grandes vinos de la zona. El precio es de 45 euros.