‘Chico y Rita’, una propuesta digna

A pesar de los prejuicios iniciales ante una cinta de animación, Fernando Trueba y Javier Mariscal han conseguido una película original. Cosa difícil en los tiempos que corren

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Nunca sentí un mínimo interés por lo que a partir de un determinado momento empezó a llamarse comics. Yo me quedé, como mucho, en los tebeos, y por lo tanto jamás supe ver en las historietas ese atractivo que ha tenido para otras muchas personas.

Hago este preámbulo para situar más correctamente al lector ante mi desinterés por una película como ésta de Fernando Trueba y Javier Mariscal, Chico y Rita, hecha a base de dibujos animados. ¿Por qué me animé, entonces, a pagar los 8 euros de la entrada en el Verdi del barrio de Gràcia de Barcelona? Pues quizás suene un poco freak pero la razón fundamental estaba en las críticas tan contrarias, tan diferentes, que leí en La Vanguardia y en El País. Así mientras al periodista de este último medio la película le dejaba frío -personajes poco sólidos, historia cogida con alfileres…-, a Jordi Batlle le entusiasmó.

A mí, ni frío ni calor. Coincido con Batlle en los aspectos técnicos de la película, en el estallido de color que la invade, en la vida que rezuma, y se me queda un poco corta la historia, aunque los personajes me resultaron creíbles y perfectamente caribeños: la sensualidad de Rita, la banalidad de Chico, las escenas que retratan las casas de la Habana, sus vecindarios, y la dureza de Nueva York. La música, en cambio, que tenía que ser uno de sus fuertes, con Bebo Valdés al frente, no me acaba de emocionar.

En cualquier caso, Chico y Rita es una película a ver por su originalidad en los actuales tiempos y lo muy correcto de su factura. Los 8 euros estuvieron bien empleados.

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