Entre pinturas y tapices, Cervantes regresa a Nápoles

El Palacio Real de Nápoles inaugura una exposición basada en los tapices con pasajes del Quijote realizados en la ciudad italiana a mediados del siglo XVIII como encargo personal de Carlos III

Tapices de El Quijote en una exposición en Nápoles. Foto: Palacio Real de Nápoles

En 1734, Carlos de Borbón (luego Carlos III de España) llegó a Nápoles con el objetivo de modernizar el reino y recuperar la influencia española en Italia. Poco tiempo después mandó construir un palacio en Caserta, al estilo de las grandes cortes europeas que, por empeño personal, pidió decorar con tapices que ilustraban pasajes de El Quijote de Cervantes. Realizados entre 1757 y 1779, acabaron finalmente en El Quirinal, sede de la Presidencia de la República en Roma. Casi 300 años después, los tapices pueden verse en la ciudad en la que fueron ideados.

Una muestra en el imponente Palacio Real de Nápoles expone juntos y por primera vez, bajo el título Don Quijote entre Nápoles, Caserta y el Quirinal: los cartones y los tapices, los ocho tapices originales además de los 38 cartones, los dibujos previos en los que se basaron los artesanos de la Real Manufactura de San Carlo alle Mortelle de Nápoles en la segunda mitad del siglo XVIII.

Aún hay más. En la exposición “inter-arte” y “absolutamente innovadora” como la definen sus comisarios, Encarnación Sánchez y Mario Epifani, conviven libros, telas, pinturas y música que “dialogan” para rendir homenaje al personaje de El Quijote.

Vista de la ilustración de Don Quijote de la Mancha Madrid, Ibarra, 1780. Foto: Palacio Real de Nápoles.

“Don Quijote es un sujeto que ha inspirado todas las formas del arte desde el siglo XVI hasta hoy”, apunta Epifani, que también es director del Palacio Real.

Pintura, tapices y literatura

De este modo, el Palacio Real de Nápoles acogerá hasta el 6 de septiembre, junto a los objetos, una reconstrucción de la historia de esta serie de tapices sobre el Quijote realizados por deseo expreso del monarca.

“El monarca llega en 1734 y poco después decide hacer esta serie del Quijote para decorar el palacio que estaba construyendo el gran arquitecto Luigi Vanvitelli. Fue una idea genial del rey que enraíza el Quijote con Nápoles, es él quien promociona el mito de Don Quijote en esta ciudad”, asegura Sánchez.

El rey nunca pudo ver acabado su grandioso proyecto, pues tuvo que ocupar el trono español en 1759, y los tapices que iban a decorar los gabinetes más íntimos de Carlos III y su esposa acabaron en el Quirinal, donde llevan décadas alegrando la vista de los mandatarios italianos y sus más ilustres invitados.

Vista del cartón y tapiz, de la reina Micomicona, que pide ayuda a Don Quijote, de Giuseppe Bonito, 1760. Foto: Palacio Real de Nápoles

La exposición integra un total de siete de estos tapices cedidos por el Quirinal, más otro procedente del Palacio de Caserta, el símbolo del poder real ideado por Carlos III a 40 kilómetros de Nápoles para el que todas las telas fueron concebidas.

En los juramentos de los gobiernos italianos

Los tapices han sido testigo de algunos de los momentos estrella de la política italiana, como el juramento del Gobierno de Mario Draghi. Si se mira la foto oficial, puede verse que detrás cuelga uno de estos tapices. También Sandro Pertini, presidente de la república entre 1978 y 1985, tenía uno detrás de su escritorio, concretamente el del robo del asno de Sancho, cuentan los comisarios de la muestra.

Los cartones y los tapices son las principales piezas de la muestra, pero también pueden verse excepcionales ilustraciones de Don Quijote de la Biblioteca Nacional napolitana, donde hay un ejemplar de la primera edición del Quijote, de 1605, uno de los pocos que quedan en el mundo.

Además, una serie de ediciones ilustradas del siglo XVIII que se contraponen con otras de la segunda mitad del XVII. Les acompañan dos manuscritos de Vanvitelli, en los que el arquitecto dibuja las salas donde iban a ir colocados los tapices.

El conservatorio napolitano de San Pietro in Majella ha cedido la partitura original de la ópera de Giovanni Paisello, estrenada en 1769, y el Teatro San Carlo, explica Epifani, “ha reconstruido el amplio repertorio dedicado a Don Quijote en el XVIII: desde Viena a Londres pasando por Italia”.

En este particular homenaje a Don Quijote participa, además del consulado español en Nápoles, el Instituto Cervantes.

a.
Ahora en portada