Góndolas y palacios. ¿Venecia? No, Eskişehir
El río Porsuk atraviesa la ciudad de Eskişehir, al noroeste de Turquía, donde su red de canales, algunos palacios y una larga tradición de artesanías en cristal recuerda a rincones de Europa
La costumbre o el tópico lleva a que si una ciudad está atravesada por canales navegables sea bautizada como ‘la Venecia de’ tal o cual lugar. Le sucede a Ámsterdam y a Annecy en Francia, y sin contar a las que imitan descaradamente a La Serenísima como Las Vegas o el Florentia Village de China.
En el primer ejemplo también entra Eskişehir, una ciudad al noroeste de Turquía a mitad de camino entre la capital Ankara y Estambul.
Un recomendado paseo fluvial
Eskişehir es cruzada por el río Porsuk, con un bonito paseo fluvial lleno de terrazas y cafés. Este trazado acuático es aprovechado por los residentes que ofrecen paseos en pequeñas lanchas y, como no podía faltar, en góndolas bastante similares a las de Venecia.
El cruce del río Porsuk por el centro de la ciudad creó una industria de paseos turísticos a bordo de góndolas similares a las venecianas
Estas embarcaciones son impulsadas por un gondolero con la misma técnica que los italianos, y ofrecen paseos a lo largo del cauce hasta una formación insular llamada con espíritu de marketing ‘la Isla del amor’, donde los locales y un buen número de visitantes de otras latitudes de Turquía la visitan para casarse en su parque.
Vida universitaria
La parte más bonita que se puede divisar desde las embarcaciones es la de barrio de Adalar, que equivale al centro histórico de Eskişehir.
Como es una ciudad universitaria, esta urbe de medio millón de habitantes presenta una activa vida cultural y gastronómica, donde un impactante desayuno turco lleno de dulces como la baklava y del típico té en vaso pequeño no cuesta más de tres euros, que se puede degustar en los bares con vistas al río.
Las coloridas casas de madera
Un barrio interesante para descubrir es el de Odunpanzari, que descansa en una colina al sur de la ciudad.
Este lugar antes era conocido como el bazar de las maderas, debido a que los granjeros de las cercanías solían bajar a la villa a vender artesanías, herramientas y tablas de madera en el actual parque de Sebahattin Günday.
Este barrio de calles empedradas y angostas es uno de los últimos ejemplos de la antigua arquitectura civil otomana, de casas de madera de una a tres plantas, donde la inferior se destinaba a talleres o cuadras para el ganado, y las superiores eran las viviendas familiares.
Muchas de estas casas fueron pintadas de colores vivos, una costumbre que se repite en otros barrios de grandes ciudades como Estambul, y que en el caso de Eskişehir también se extiende a puentes y otros edificios que parecen homenajear al arcoíris.
El legado de la industria maderera persiste en la galería del complejo Odunpanzari Kursunlu, que ofrecen las piezas que ebanistas y artesanos crean para diversos festivales regionales.
Arte moderno en un edificio de madera
Un interesante homenaje a este pasado es el nuevo Museo de Arte Moderno de Odunpanzari. El diseño del arquitecto japonés Kengo Kuma presenta grandes cubos recubiertos por planchas de madera, lo que marca una continuidad con la arquitectura tradicional de la región de Anatolia.
El museo acoge la colección particular de Erol Tabanca, un empresario de la construcción que se convirtió en uno de los mecenas culturales más importantes del país.
La arquitectura del nuevo Museo de Arte Moderno de Odunpanzari es un homenaje a la arquitectura tradicional otomana
En sus espacios de 4.500 metros cuadrados presenta un millar de piezas de arte moderno y contemporáneo de artistas turcos y otros internacionales que este empresario fue adquiriendo en las últimas décadas.
La industria del cristal
Otro guiño a la región del Véneto, más concretamente a la isla de Murano, es la tradición de artesanías en cristal, una industria con muchas centurias a sus espaldas.
En el Museo Arte Moderno en Cristal, ubicado en una de las casas históricas de Odunpanzari, es el primero de este tipo en Turquía y despliega bonitas creaciones de artistas locales, de otras partes del país e internacionales.
Muchas de estas artesanías se pueden comprar en los tradicionales bazares. Pero para evitar ser mareado con la insistencia de los vendedores, se sugiere ir a los que justifiquen la visita.
Uno de ellos es el de Atlihan, construido en 1850, donde en torno a un bonito patio ricamente decorado y con una abundante presencia de plantas se despliegan pequeños comercios que venden creaciones en plata, terracota, espuma de mar (en realidad, un mineral llamado sepiolita) y, por supuesto, cristal.
Otro es el de Kirk Ambar, en que los locales son regenteados por mujeres emprendedoras, o el de Arasta, que presenta una estética más moderna.
La mezquita histórica
La ciudad no tiene demasiados atractivos históricos, pero uno de los que sí se conservan y justifican un paseo es la mezquita de Kursunlu, construida durante el siglo XVI, con una cúpula recubierta de plomo y en cuyo interior se encuentra una rica decoración tallada a mano.
Además del templo y secciones anexas como el hamman o el harén, allí funciona un mercado de artesanías con creaciones de marmoleado en papel, caligrafías y manuscritos iluminados. También funciona un curioso museo dedicado a las pipas y otros objetos creados con la citada espuma de mar.
Castillos como en el Loira
La ciudad cuenta con varios parques y plazas, pero uno de los más curiosos es el de Sazova, que tiene un sector de ocho hectáreas que imita a un jardín japonés, una ciudadela en miniatura y un ‘castillo de los sueños’ que tiene un aire a los palacios del Loira.
Por lo visto, a la gente de Eskişehir le gusta coleccionar sitios de Europa y reinterpretarlos a su gusto.