El PSOE y el PP, condenados a entenderse en Andalucía

Susana Díaz podría ser presidenta con la abstención de los populares, aunque se rechaza un acuerdo que esté condicionado por las elecciones generales

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La situación es endiablada. Las direcciones nacionales de los dos partidos todavía mayoritarios, PP y PSOE, no quieren saber nada de acuerdos, ni de pactos cerrados. Pero lo que ocurra el próximo domingo será determinante. Las elecciones andaluzas se juegan en Andalucía, pero también en todo el territorio español. Y puede ocurrir una situación que siempre se niega antes de hora: que las direcciones nacionales se impongan sobre los deseos de las direcciones autonómicas o locales.

En el caso del PP es más probable, porque en el PSOE lo que sucede es algo distinto: la personalidad de Susana Díaz es incuestionable, y el secretario general, Pedro Sánchez, se ha alineado con ella, y depende, más que nunca, de que la presidenta andaluza obtenga un buen resultado y mantenga el poder.

El PP, oficialmente, contra todos

Fuentes del PP aseguran que todo lo que no sea un voto al candidato andaluz, Juan Manuel Moreno, se transformará en apoyos al PSOE. Es decir, dan por hecho que tanto Podemos como Ciudadanos, o UPyD, si obtiene representación, se acabarán inclinando por los socialistas, a pesar de que el PSOE lleve más de treinta años en el gobierno de la Junta de Andalucía.

Se trata de una clara estrategia de cara a las elecciones generales, en las que ya está instalado el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Es una decisión que no pasa por un acercamiento previo a partidos como Ciudadanos, que sigue recogiendo, como muestran las encuestas, el apoyo de abstencionistas del PP. Tiene su riesgo, pero Rajoy ha optado por ello.

Presión para el acuerdo

La paradoja es que el PP podría permitir que Susana Diaz sea la presidenta de la Junta, con una abstención en la votación de investidura. Fuentes del PP aseguran que la dirección nacional tiene clara esa decisión.

Los socialistas encabezan todas las encuestas, pero siguen a diez u once escaños de la mayoría absoluta. La presión para que ello suceda «es enorme», según apunta una fuente empresarial.

Para Rajoy es la salida más lógica, dentro de su apuesta para que la fuerza política que quede primera pueda gobernar. Esa fue la lógica de la reforma local, pensando en los ayuntamientos, y es la lógica que le podría permitir seguir en el Gobierno tras las elecciones generales.

Porque el problema del PP, –siempre en función de la tendencia que marcan los sondeos– es que no podrá sumar con otra fuerza política que no sea el PSOE, a no ser que Ciudadanos crezca de una forma exponencial, y se sitúe de igual a igual con el PP.

 

El PSOE esperará, si queda en una posición holgada

El PP andaluz rechaza esa posibilidad. No quiere permitir un nuevo Gobierno del PSOE en Andalucía, pero las negociaciones, a partir de la misma noche del domingo, serán largas. Madrid pesa mucho.

El PSOE lo tiene más fácil. Díaz ha arremetido en toda la campaña electoral contra el PP, y Podemos, pero no contra Ciudadanos, contra su candidato Juan Marín, alcalde de Sanlúcar de Barrameda, que gobierna con los socialistas. Podría recibir los votos para la investidura de Díaz sin solicitarlos de una forma abierta.

El drama, tanto para el PSOE como para el PP, es que la participación, que tanto se reclama, podría ser de ocho puntos más que en 2012. Entonces fue del 62,23%. Y esos nuevos votantes siguen ahora la estela de Podemos y de Ciudadanos, como ocurre en toda España.

A pesar de los reproches mutuos, las propias circunstancias están acercando a los dos grandes partidos, que ya no lo serán tanto.

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