Abengoa ve la luz al final del túnel sin los enredos de Benjumea

Los bancos confían en la afinidad del nuevo presidente, Antonio Fornieles, con sus antiguos compañeros en KPMG, para llegar a un acuerdo y evitar la quiebra

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Todavía no hay ningún papel firmado para cerrar el acuerdo de reestructuración financiera en Abengoa – «de momento no se ha llevado nada al notario», apuntan fuentes financieras–, pero la primera condición impuesta por los acreedores, que el expresidente Felipe Benjumea dejara de enredar en las negociaciones, ya se ha logrado. A partir de aquí, todo, aparentemente, parece más sencillo.

Apartar a Benjumea fue el objetivo con el que el consejo de la multinacional sevillana se reunió el pasado lunes, y la nota remitida por la empresa a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) lo vino a corroborar. «Potenciar la independencia de Abengoa de su principal accionista, Inversión Corporativa», se apuntaba en el encabezamiento del hecho relevante.

Domínguez Abascal, convertido en daño colateral

Y el cuarto punto del acuerdo, resolver el contrato de prestación de servicios que Benjumea había firmado en septiembre tras abandonar la presidencia, no dejaba lugar a dudas de cuál era el objetivo de  la reunión del consejo.

La condición sine qua non de bonistas y acreedores de quitarse de enmedio a Benjumea llevaba aparejado el cese como presidente de José Domínguez Abascal. Convertido en un daño colateral de todo este proceso.

Benjumea lo había puesto en septiembre –fue nombrado a instancias de Inversión Corporativa–, pero su papel en las negociaciones había quedado muy entredicho. Los acreedores desconfiaban porque entendían que seguía las directrices del expresidente, y este, a su vez, a la vista de cómo se estaban desarrollando los acontecimientos, tampoco tenía claro que estuviera poniendo toda la carne en el asador para defender sus intereses personales, por encima de los de la propia empresa.

Fornieles, libre de sospechas

A partir de aquí, había que buscar un nuevo presidente de Abengoa que garantizase la independencia de la compañía en el transcurso de las negociaciones y cuya actuación no estuviera ‘supervisada’ por Felipe Benjumea. No era fácil.

Descartados, por razones obvias, los consejeros ligados a las familias fundadoras del grupo sevillano, y de otros independientes que llevaban tiempo en el principal órgano de gobierno, al final Antonio Fornieles fue el elegido.

Entre KPMGs anda el juego

Había sido el último en llegar al consejo –en enero de 2015–, pero lo hizo directamente hacia la cúspide del órgano de gobierno, como vicepresidente segundo y consejero coordinador. Pero, sobre todo, lo que más ha pesado en su nombramiento ha sido toda una vida laboral, de más de dos décadas, ligada a KPMG.

Buscando, en ese sentido, la afinidad con los que hasta hace un año fueron sus compañeros, ahora convertidos en asesores de los acreedores financieros –con el G-7 encabezado por el Banco Santander–, y con los que mantuvo la primera reunión el pasado miércoles. La confianza, perdida en Domínguez Abascal, quedaba fuera de toda duda con Fornieles.

No se ha llevado nada ante notario

Mientras tanto, las reuniones entre la empresa, bonistas y acreedores se siguen sucediendo casi de manera ininterrumpida, pero todavía no hay nada cerrado. «Hasta que el notario no levante acta de las garantías no se puede decir nada», apuntan fuentes financieras próximas de la negociación.

Porque, además de apartar a Benjumea, el reparto de las garantías sobre Atlantica, la filial estadounidense, sigue siendo el principal escollo. «Hay soluciones para que todos se queden a gusto y las garantías cubran a todas las partes», comentan en el seno de la mesa de negociación.

Complicado reparto de la liquidez

Solucionado este extremo, se pasaría al siguiente hito. No menos complicado. Como es el de repartir los, en principio, 1.700 millones de liquidez que Abengoa necesita para mantener la actividad los dos próximos años.

Aquí, el problema a superar sigue siendo el mismo. Los bonistas ya han dicho que pondrían hasta 1.000 millones si los bancos aportan el resto, para cubrir los avales necesarios, pero en el seno de las entidades financieras no todos están de acuerdo en poner más dinero.

La semana que acaba, al menos, ha resultado satisfactoria para los empleados. Aunque finalmente, a pesar de lo comentado, habrían cobrado en tiempo sus nóminas de febrero los 16.000 empleados de Abengoa en el exterior, no fue hasta el pasado viernes cuando lo hicieron los 6.000 trabajadores en España. «Hace una semana había dinero para pagar el 85% de la nómina, pero para evitar pagar a unos sí y a otros no, no se pagó a nadie», señalan desde la propia empresa.

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