Arola reorienta su restaurante en Madrid por los problemas de caja

El chef catalán incorpora opciones más económicas los mediodías laborales. El local tiene una facturación 30% inferior a sus peores expectativas cuando elaboró su plan de negocio en 2008

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El chef catalán Sergi Arola ha reconvertido su restaurante en la calle de Zurbano en Madrid para remontar el declive de ventas que ha sufrido el local los últimos meses. Arola, que mantiene una facturación un 30% inferior a la de sus peores expectativas cuando diseñó el plan de negocios, ha incorporado platos a la carta menos elaborados para mejorar la facturación.

Las complicaciones que atraviesa el local de Arola, con unos 15 trabajadores, reflejan un declive generalizado en la cocina de calidad, en especial los mediodías laborales. Para superarlas, el chef ha creado una oferta culinaria con entrante, tapas, plato principal y postre de unos 50 euros, una módica cantidad para un restaurante de alta gastronomía.

“Se trata de una oferta más simple que nos permite trabajar a precios más económicos. Es una tendencia que hemos observado en muchos restaurantes internacionales y también lo pedían los clientes locales”, explicó Arola.

Zona de peligro

El empresario considera que el establecimiento no atraviesa una situación de peligro, pero tampoco puede asegurar de forma fehaciente, como el resto de restaurantes de características similares, su continuidad.

Otra de las salidas ideadas por el empresario consiste aumentar su presencia en el exterior. Además de las apuestas en Barcelona, Sao Paulo y Santiago de Chile, el cocinero ha abierto recientemente en París y repetirá en breve en Mumbai con un concepto informal de tapas, similar al que opera en el hotel Arts de Barcelona.

Las operaciones ha supuesto un alivio financiero para Arola que trabaja con todos los hoteles en calidad de asesor. “Es una salida que encontramos a la crisis. Algunos hacen banquetes y otros optamos por las asesorías”, asegura.

Arola basó su plan de negocios en función de los resultados que obtenía el restaurante La Broche, en el hotel Miguel Ángel de Madrid, pero la drástica reducción del consumo generalizado se encargó de convertir en inalcanzables aquellas cifras.

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