El Corte Inglés concentra los recortes en el departamento de compras

La división de compras es una arteria estratégica de los grandes almacenes, que se encuentran inmersos en una reordenación de los servicios centrales

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Con todos los servicios centrales bajo la lupa, El Corte Inglés tiene clara la división en la que centralizar el recorte. A la espera de los resultados del estudio que elabora la consultora AT Kearney, la compañía ya promueve la salida de alrededor de una quincena de empleados cada semana, la mayor parte procedentes del departamento de compras, una arteria estratégica bajo el mando del consejero delegado Víctor del Pozo y, como no, la presidenta Marta Álvarez.

Las salidas se producen en una de las áreas estratégicas de los grandes almacenes, la de compras. Allí se establecen todas las relaciones con los proveedores y se adquiere el stock a comercializar. Así, desde hace meses se detectaron duplicidades y se optó por invitar al personal a trasladarse a las tiendas.

Como ya explicó Economía Digital, es habitual que muchos de los empleados afectados rechacen la mudanza a su nuevo destino. Entonces se les compensa con indemnizaciones generosas, muy por encima de lo que establece la legislación.

No obstante, el departamento de compras agrupa dos particularidades, más allá de las duplicidades detectadas. La primera: es una planta dominada de arriba a abajo por Víctor del Pozo, el consejero delegado de los grandes almacenes, que, una vez descabalgado a Jesús Nuño de la Rosa de la presidencia, quiere conformar un equipo de gente de su exclusiva confianza.

Además, en la división tuvo especial impacto la mano de Jill Little, la asesora de confianza de Marta Álvarez. Procedente de la cadena de tiendas de productos de alta gama John Lewis, decidió sacudir el departamento por lo que, a su parecer, eran malos resultados. Por este mal funcionamiento, la compañía decidió descabezar, por ejemplo, el área de mujer de la división, también afectada por la reorganización de marcas bajo la cabecera Woman

Un portavoz de la empresa asegura a este medio que el traslado de personal desde las oficinas centrales a los centros comerciales es una práctica “habitual” del mismo modo que se realiza a la inversa. “Ha ocurrido toda la vida, siempre de forma puntual”, matiza.

La reorganización en El Corte Inglés afectará a los departamentos de compras y recursos humanos

Pero ahora existe un matiz frente a la tendencia con la que se realizaron los cambios de destino en el pasado: el volumen de afectados, una quincena semanal desde hace pocos meses. Se producen a las puertas de una reorganización de plantilla más alta que todavía analiza la consultora AT Kearney. «Todavía está en estudio, no hay conclusiones», dicen desde los grandes almacenes.

El denominado proyecto Atenea es el plan de la compañía para reestructurar y aligerar su plantilla en las oficinas centrales. Iniciado en febrero, el procedimiento se focaliza en las áreas de gestión, donde detectaron algunas duplicidades. “La intención es que la parte administrativa sea la mínima indispensable”, señalan de forma interna.

La reordenación afectará a alrededor del 10% de la plantilla. Si los cambios comenzaron por los escalafones más bajos de las divisiones, no sólo implicará a trabajadores rasos sino también a directivos y mandos intermedios de compras, márketing, gestión, recursos humanos, logística y escaparatistas.

 El análisis focaliza los esfuerzos en dos puntos: mejorar los procedimientos de cada departamento en busca de una mayor eficiencia en el día a día y conocer el porcentaje de empleados que puede abandonar las oficinas para comenzar a trabajar en las tiendas, tanto físicas como digitales. Así, los primeros movimientos previos coinciden ya con los rasgos principales del ambicioso estudio todavía en marcha.

La reestructuración de El Corte Inglés se aplicará hasta 2020

El trabajo comenzó en los servicios centrales, que ocupa a unas 4.000 personas. El siguiente paso fueron las 11 unidades territoriales en las que divide la estructura El Corte Inglés, pues cada una tiene su propio equipo de gestión que suman unos 5.000 empleados.

“El proyecto supondrá una necesidad de formación, pero no se prevé que los cambios afecten a demasiada gente”, decía una fuente anónima a Expansión en mayo. Además defendía que el traslado a las tiendas será deseado por los incentivos que se perciben en este tipo de centros y las posibilidades de ascenso. De negarse, trabajador y empleado podrían negociar una salida pactada, cosa que ya está sucediendo.

El ajuste no será de un golpe y se irá aplicando de forma paulatina hasta finales de 2019. La primera conclusión a la que llegó AT Kearney es la necesidad de incrementar la inversión en tecnología, reducir duplicidades y potenciar las sinergias entre departamentos, ahora estancos.

Carles Huguet

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