El Donut empaquetado que mató a Panrico

El cambio de formato del producto estrella en 2009 provocó una caída de ventas que, junto al desprestigio de la bollería industrial y la eclosión de la marca blanca, le dejan al borde del preconcurso de acreedores

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“Maldito el día en que decidieron empaquetar un Donut. Se fabrica igual que en los últimos 50 años, pero ya no parece el mismo”. Así explicaba uno de los empleados de más antigüedad de la factoría de Santa Perpètua de Mogoda a Economía Digital el inicio de una crisis de ventas que han dejado al grupo al borde del preconcurso de acreedores.

En marzo de 2009, el entonces consejero delegado de la compañía, Joan Cornudella, detallaba en un acto en Esade que habían invertido 35 millones de euros en envasar en plástico su producto estrella de forma individual. “Así se mantenía fresco más tiempo. Pero lo que era una cosa a priori muy buena no tuvo éxito en determinados canales”, reconocen fuentes próximas al actual directivo de Agrolimen desde octubre de ese mismo año.

Incrementaron los costes de producción para plantar cara a la marca blanca y perdieron el pulso. Fallaron precisamente donde eran más fuertes: en la comercialización en panaderías, bares y cafeterías; y dañaron de forma irreversible la imagen de producto fresco que el Donut tenía hasta el momento. El nuevo envase le situaba en el imaginario colectivo con el resto de productos de bollería industrial, cuyo desprestigio es cada vez mayor.

“Dimos marcha atrás y hoy en día se distribuye igual que antes”, recuerdan desde la cúpula de Panrico. Pero el daño ya estaba hecho. Acusaron la bajadas de ventas generalizada del sector y la marca blanca les ganó terreno. Al cierre provisional del ejercicio 2011, las pérdidas del grupo llegaron por segundo año consecutivo a los 200 millones de euros. Según informan fuentes industriales, el excedente de producción de Panrico llega al 25%. “La fábrica menos productiva es la de Santa Perpètua de Mogoda y es donde hay los costes de producción más altos”.

Mayoría de oficiales de primera

En el plan de viabilidad que ha presentado el nuevo consejero delegado, Joan Casaponsa, afirman que las condiciones laborales de la factoría vallesana son el 40% superiores que el resto de fábricas del país. Los sindicalistas reconocen que la mejora está en el entorno del 30%.

Desde la cúpula de Panrico comentan que a lo largo de los años se ha intentado evitar a toda costa conflictos laborales que conllevaran una parada de la producción. “Si no se fabrica los clientes se buscan la vida e, inevitablemente, optan por productos de la competencia”.

Asimismo, reconocen que todas las condiciones del convenio actual se aceptaron porque el estado de la caja lo permitía. De esta forma, el 80% de los 464 trabajadores de Santa Perpètua tienen la categoría de oficiales de primera.

Tres refinanciaciones

Desde marzo de 2009, el grupo de alimentación ha cambiado una vez de manos, del fondo Apax Partners a Oaktree, y ha visto como tres personas distintas ocupaban la dirección general: Joan Cornudella, César Bardají y Joan Casaponsa. También ha refinanciado tres veces su deuda.

La primera de ellas tuvo lugar en 2007. Apax Partners, que adquirió la compañía en 2005 a la familia Costafreda, La Caixa y Banc Sabadell por unos 900 millones de euros; reestructuró una pasivo bancario que llegaba a los 605 millones. En enero de 2010, el fondo británico anunció que se retiraba de la compañía. Negociaron hasta septiembre una nueva reducción hasta los 350 millones con la entrada al accionariado de las entidades deudoras, en las que había Babson, Caja Madird, ECM, Harbourmaster e ING. Por ello, se realizó una ampliación de capital de 288 euros.

La última refinanciación obtuvo luz verde en noviembre de 2011. El fondo Oaktree se hizo con el control de Panrico después de que la banca acreedora aceptara una quita del 80%. Así, la deuda financiera se reduzco hasta los 60 millones y, en paralelo, los americanos se convirtieron en accionistas mayoritarios y se comprometieron a inyectar 105 millones al grupo para elevar sus niveles de tesorería y garantizar la viabilidad los próximos cuatro años.

Preconcurso de acreedores

Pero según informan fuentes empresariales conocedoras de la operación, hasta que no se resuelva el conflicto laboral de Santa Perpètua no desbloquearán la entrada de capital. El estado actual de caja es grave y deben la contribución de cuatro meses a la Seguridad Social, un escenario favorable para el preconcurso de acreedores.

Las mismas fuentes explican que es la opción que valora Oaktree para reestructurar el grupo. Hay otra alternativa, que Casaponsa hizo pública en un comunicado: presentar un ERE en Madrid en el que se cerraría la factoría vallesana y se reestructuraría la actividad en el resto de los centros de España.

La tercera vía es, por ahora, la más complicada. El conflicto laboral de Santa Perpètua está enquistado, pero la Generalitat ha citado a los tres actores el lunes en el Departament de Treball para intentar un pacto en tiempo de descuento.

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